martes, 2 de octubre de 2012

la soledad del hombre

                                       
                                       Que los hombres vivimos solitarios
                                   
                                     porque nos falta amor,
                                 
                                    porque no sabemos comprender, aún,

                                    lo que ocultan los ojos

                                    cuando nos miran con piedad y anhelo,

                                    con avidez y brillo,
                             
                                    cada vez que lloramos

                                    la muerte misteriosa de otros ojos.

                                   Vivir es caminar sobre la tierra,

                                   conocer gentes, lugares y  rincones,

                                    y saber que a cada lado del camino

                                    un corazón late, palpita

                                    y que dentro de este corazón

                                    está la luz de nuestro propio corazón.    
                                 
                                 
                                   B.A.



                             

martes, 24 de julio de 2012

La hipocresía política consiste en esconder las vergüenzas propias y exaltar las ajenas


BENJAMIN Afonso


La democracia, ya saben ustedes, es el menos malo de los sistemas de Gobierno aunque se puede ver empeorado en función de sus protagonistas políticos, cosa que ocurre en nuestro país desde hace décadas. Las noticias que nos llegan son para temblar. La crisis económica es el tema central de cualquier conversación. Hablamos de ella tanto que nos hemos convertido en economistas y nos atrevemos a dar soluciones al peliagudo problema, que no sólo afecta a España sino al resto del mundo mundial. No se habla de otra cosa. Las tertulias en radio, televisión y medios escritos se encargan de atiborrarnos sobre el asunto. Luego; nosotros, lo continuamos en nuestras reuniones familiares, en el bar, la cafetería y hasta cuando acudimos al sepelio de algún amigo o familiar. Algunos haciendo un poco memoria- cada vez menos- evocan la etapa del socialista Rodríguez Zapatero que, en su empeño por desarrollar una política social de altos vuelos dejó el erario público más limpio que un escoplo.


Ahora la gente del PSOE, que es muy demócrata, anda por ahí, como alma en pena, planteándose con desconsuelo un argumento muy razonable: si esta vez no han podido ganar al PP es por culpa del dichoso Zapatero que, al poco tiempo de llegar al poder descubrió lo fácil que es disparar con pólvora del Rey, condonando deudas a otros países, por poner un simple ejemplo.


Con la llegada de los populares al Poder, Rajoy se empecina en cargar las tintas de todos los males económicos a los sectores sociales más desfavorecidos.La cultura y la medicina, que ya estaban enclenques han sido las más perjudicadas. Mientras que los casos de corrupción siguen salpimentando la vida de los españoles. En definitiva, todos aquellos que depositaron su confianza en los peperos andan- no sin razón- defraudados. Se han dado cuenta que el problema no es de fácil solución. Pero ya se sabe, el pueblo así lo ha querido. La estructura democrática se vertebra sobre un hecho perfectamente discutible que es la voluntad de las mayorías. Con todo, considero que aunque diez millones de ciudadanos digan que la Tierra es plana seguiré pensando que es redonda y algo achatada por los polos. O lo que es lo mismo, que una cosa es que las mayorías impongan su voluntad a través de la democracia y otra cosa que tengan razón. Pueden tener la razón de la mayoría, pero no la razón de la razón. La mala opinión que tengo de las masas me inclina a pensar en lo peor, pero la visión de la realidad nacional me hace temer que en el fondo la gente se ha dado cuenta de que casi todos son iguales en todos lados. Puestas así las cosas, el dilema está en saber qué hacemos de cara al futuro.


La hipocresía política consiste en esconder las vergüenzas propias y exaltar las ajenas. A Rajoy y a todo su gobierno le está cayendo una lluvia de azufre porque en tan poco tiempo de estancia en el Poder, algunos de sus planes y promesas con las que se presentó a las elecciones se alejan mucho de la realidad.

Hasta hace muy poco parecía que la mayoría de este país consideraba a los socialistas como el arquetipo de la mamandurria nacional. Después de las pasadas elecciones generales hay que concluir que los ciudadanos se han dado cuenta, que han refrendado de nuevo la cultura del pelotazo y del rodillo. El Partido Popular aplica la misma política que Zapatero: el enchufismo y la financiación de la banca, curiosamente los culpables de meter al país en un callejón sin salida.Y es que algunos han aprovechado el noble ejercicio de la política en una profesión, casi en una casta.


El PP está aprendiendo la primera gran lección: una cosa es hablar desde la oposición y otra muy distinta desde el gobierno. Además, podríamos hablar de una crisis ética. Lo que pasa es que la ética y este país han vivido siempre con separación de bienes, de pena.

jueves, 19 de julio de 2012

La muerte del bosque

Por Benjamín AFONSO


MAR y bosque conforman la síntesis de la isla.

El mar, como camino de la aventura; el bosque,

como regazo de la tradición.

Por nuestras costas vinieron las razas que luego,

a la sombra del bosque continuaron su camino.

Coronando las altas cumbres de la isla,

el bosque que es como una verde cabellera

que el viento despeina, muere hoy abatida

por el fuego que sube por los barrancos

abruptos devorando el paisaje de los siglos...

martes, 10 de julio de 2012

La gente buena y piadosa



Benjamín AFONSO

                    Mírales, los domingos la gente buena y piadosa acude, congregada por un sonido invisible, que nace en sus corazones, hasta las puertas de los templos donde la carne efímera recordará que existe otra vida más allá de la vida. Sobre la ciudad se extiende la luminosa invasión de un sol que dibuja alargada todas nuestras sombras. En una esquina varios jóvenes recogen firmas contra la droga y reparten folletos donde se hace propaganda de la salud y el deporte. En otra parte de la ciudad también hay gentes que ocupan su tiempo en cosas hermosas: un grupo de monjas recorre las calles, portal a portal, subiendo penosamente escaleras y llamando a todas las puertas, para recaudar dinero con destino a los pobres que alberga en sus asilos.
                En varios periódicos se publica gratuitamente, por supuesto, un anuncio altruista; el número de una cuenta corriente donde puede ingresarse cantidades de dinero destinadas a las mujeres y niños (no se habla de los hombres en el anuncio, pero se les supone incluidos) que se encuentran al borde de la muerte en Somalia. Por la calle principal de la ciudad desfila una silenciosa manifestación de homosexuales y lesbianas para reivindicar  a amarse en libertad y sin tapujos, aunque algunos marchan  con el rostro cubierto con un pañuelo.
                En los templos, los sacerdotes hablan hoy del hijo prodigo que regresa al hogar para verse colmado de bendiciones por su padre y de envidias por sus hermanos. Es domingo en la ciudad bajo el sol y el ejército de los que luchan por el amor, en sus muchos frentes, combate de nuevo.
La gente buena y piadosa, las monjitas postulantes, los saludables jóvenes que luchan contra la droga, los sacerdotes y sus fieles, no han leído la pequeña noticia, a una columna, en los diarios de la mañana. Una niña que esperaba un trasplante, murió sin que llegara el órgano que necesitaba.

               Cada día, la gentes buena, la gente piadosa, se muere de golpe y porrazo. Se mueren, sin más, o se les muere algunos de los suyos. Y la gente buena, la gente piadosa, la gente que cree en el alma, meten los cuerpos que ya no son nada dentro de una caja y los esconde bajo tierra, para que se pudran.
La gente que cree en las almas acaba creyendo en los cuerpos y no permite que los riñones, o el hígado, o el corazón de los restos de un familiar, salve otra vida. La misma gentes que escucha como Jesús le grita a Lázaro que salga de la tumba se tapa los oídos para no escuchar el silencioso alarido de una niña que le pide un trozo del cuerpo cuando no sea más que una piltrafa inútil. La gente piadosa quiere pudrirse entera porque es inculta y temerosa. La gente buena y piadosa combate este domingo luminoso por el bien. . Al mediodía llevarán flores al cementerio. Rezarán delante de una lápida, sabiendo que debajo ya no queda nada de aquella sonrisa. Y pasarán las páginas con la noticia de la muerte de Inmaculada, con 27 meses apenas de vida, sin saber que también se mata por ignorancia. Son gentes buenas y piadosas que quieren que sus muertos se hagan polvo enteros.Y con todo, uno se da cuenta que esto es una mierda, un disparate. Vivimos en una sociedad inculta, que prefiere-insisto-enterrar a sus muertos a sabiendas de que hay otras personas que necesitan de un corazón, de un hígado o de un pulmón, la única forma que Inmaculada y otras tantas personas hubieran impedido el paso inexorable de la muerte, y ahora podrían estar sentados a nuestro lado, respirando, riendo, disfrutando del sol  esplendido de este domingo pero esta visto que los españoles, la gente buena y piadosa sólo quiere la carne perdurable y resurrecta de la fe.

viernes, 1 de junio de 2012

José González Alonso, artífice material y espiritual de las alfombras del Corpus de La Orotava

BENJAMÍN AFONSO

Se cumplen casi dieciséis años de la pérdida del insigne artista, José González Alonso. En estas fechas no podemos menos que recordar al sucesor de Tomás Machado Méndez-Fernández de Lugo, quien, en el año 1940, dio al monumental tapiz de la plaza del Ayuntamiento toda la extensión que actualmente ocupa. González Alonso mostró al mundo, durante muchos años, el difícil arte de confeccionar las alfombras con tierras naturales del Teide.

A través de los años el arte de las alfombras ha experimentado cambios, nuevas orientaciones, especialmente desde que a José González Alonso, en el año 1989, le sustituyeran como director artístico de las alfombras de la plaza del Ayuntamiento, decisión que, a juicio de sus amigos más íntimos, le afectó de tal manera que "le llevó a la muerte".
José González Alonso( de pie, a la derecha) confeccionando una alfombra en Londres en 1966  

Desde entonces el magno tapiz elaborado con tierras naturales ha ido perdiendo su alto nivel artístico. Opinión generalizada entre los orotavenses y los cientos de personas que, todos los años, por estas fechas vienen a presenciar el arte y la confección de las alfombras.
La diferencia entre el ayer y hoy resulta patente. Y es que ejecutarlas como lo hacía González Alonso, en un verdadero derroche de recursos excelentes, dominando la técnica del dibujo y la perspectiva, utilizando como ingredientes tierras naturales de seis colores diferentes procedentes de las Cañadas del Teide y combinándolos en perfecta técnica pictórica, resulta casi imposible. Cuadros de una belleza impresionante, en los que jugaban la luz y el color, produciendo una admirable sensación de relieve, de volumen, con unas transparencias que transmitían espiritualidad, superada cada año el cariz de una fantástica tapicería.
José González Alonso participó en la elaboración de su primer alfombra, a los 11 años, de la mano de José María Perdigón, su maestro de la Escuela Municipal de Dibujo y Pintura. Alumno destacado fue, durante más de veinte años, el artífice material y espiritual de la alfombra de La Orotava. Con él se creó el tríptico que tanta fama dio a la Villa durante la celebración del Corpus Christi.
Desde 1974 fue oficialmente director de la Escuela Municipal de Dibujo que lleva el nombre de su maestro José María Perdigón, pasando por su aulas aventajados alumnos que posteriormente han destacado en la práctica de las Bellas Artes.
González se entregó en cuerpo y alma a este quehacer sin tener en cuenta sacrificios y sin esperar nada a cambio, si acaso lo imprescindible para cubrir sus necesidades familiares. Hombre perfeccionista y de acusado carácter consiguió realizar los mejores tapices de la historia.

domingo, 13 de mayo de 2012

El Corpus Christi de La Orotava

 Benjamín AFONSO

Buscar 800 cajas de pétalos y 100 bolsas de brezo para confeccionar las alfombras del Corpus Christi de La Orotava no es tarea fácil. La comisión encargada de estos trabajos se encuentra cada año con mayores dificultades para alcanzar este objetivo.La mayoría de las veces se consigue gracias a la colaboración que recibe de algunas empresas y ayuntamientos de la zona que, conscientes del problema, destinan de manera altruista miles de geranios, claveles, rosas y hortensias para que el arte floral y centenario de las alfombras se convierta en la más sublime expresión de la religiosidad y del espíritu creativo de sus habitantes.
                          
                       La carencia de flores dificulta la confección de las alfombras
Desde que en 1847 se creara la primera alfombra floral del Corpus Christi de La Orotava, a cargo de la familia Monteverde, frente a su vivienda, en la calle Colegio, hasta la fecha se han producido muchos cambios que han provocado una transformación muy importante en el paisaje de la villa.
Si en aquellos tiempos se recolectaba los pétalos de rosas, geranios y otras flores de diversos tonos de los jardines de las familias más adineradas, que solían ser las que promovían la ejecución de las alfombras; en estos últimos años, esta materia prima, fundamentalmente para la creación de los tapices, ha ido escaseando paulatinamente.
La pérdida de zonas verdes, donde muchos vecinos tenían su pequeño jardín, que cuidaban amorosamente esperando la llegada de las fiestas del Corpus para donar sus flores; la sequía de estos últimos años que ha afectado los jardines y al brezo; el intento de copiar la tradición orotavense por otros municipios de la isla en las mismas fechas y el brutal desarrollo urbanístico en el Valle de La Orotava, está poniendo en serio peligro el arte floral de las alfombras.

Confección
Para cubrir el recorrido procesional se necesitan, como mínimo, 80 cajas de pétalos, 100 bolsas de brezo, vinagreras, espigas, retamas, etc...
Tarea harto difícil porque ya no sólo es la preparación de los vegetales sino que se añade el grave problema para conseguirlos. La comisión organizadora viene haciendo un gran esfuerzo, destinando 20 personas para que visiten los diferentes municipios de la isla, de forma desinteresada, logrando de algunos ayuntamientos y empresas de cultivos ornamentales un importante número de plantas. Además, un día antes, unas 100 mujeres comienzan a deshojar las flores, separándolas por colores y matices. Otro tanto se dedican a picar y a tostar el brezo, hasta conseguir varios colores, desde el negro ébano hasta el verde más intenso.
Otras seleccionan las espigas, retamas y todos los vegetales que serán imprescindibles para crear las mil y una figuras en honor al Santísimo.
A pesar de este esfuerzo, y con todo lo que conlleva, esta artística tradición está perdiendo calidad, reflejada por el problema de la falta de flores y las altas temperaturas, obligando a los artistas a suplir estar carencia con otros vegetales.
Sería conveniente que el Ayuntamiento y la propia comisión organizadora de este evento, el más importante de La Orotava, estudiara acciones dirigidas a garantizar todos los años el suministro de estos materiales para evitar que pierda atractivo y belleza. Considerada no sólo como una expresión del espíritu religiosos y artístico de un pueblo, sino como todo un acontecer cuya fama ha traspasado fronteras, las fiestas de Corpus Christi y San Isidro Labrador, declaradas de Interés Turístico Nacional, el día 31 de enero de 1980, por la Secretaría de Estado de Turismo, merecen todos los esfuerzos de los entes públicos y privados, no sólo de la villa sino de toda la isla.

Una feliz iniciativa
La feliz iniciativa que en 1847 tuvo la familia Monteverde de confeccionar una alfombra de flores para darle a la celebración de Corpus Christi mayor realce, se sigue manteniendo hasta nuestros días. Con toda seguridad las autoras de esta primera obra floral no podían imaginar que estaban sentando las bases de una de las tradiciones más importantes del país.
Aquella obra sencilla fue trazada sobre el empedrado de la calle y en su elaboración se emplearon, con toda seguridad, pétalos de rosas, geranios y otras flores de diversos tonos.
Dicen que en 1849 aparecieron las primeras figuras. Se trataba de un óvalo, enmarcado con adornos en los que destacaban dos palomas. Y fue así como con el paso de los años aquella devota costumbre fue seguida por otras familias como la de Lugo Viña, la Marquesa de la Florida y la de Machado, esta última frente a la plaza del antiguo Teatro Power que lucía en su fachada principal una magnífica obra de cantería. Estas alfombras junto con la de Monteverde eran las únicas que se confeccionaban entonces.

miércoles, 9 de mayo de 2012

El ayer y hoy de Puerto de la Cruz

Benjamín AFONSO

La avenida Colón de Puerto de la Cruz fue el motor principal de la industria hotelera de Canarias y de España. Aunque parezca mentira, en este sector portuense se gestaron grandes proyectos como el Complejo de Lago Martiánez, considerado en los años 70 una de las obras más innovadoras y atractivas del país, gracias a la intervención de César Manrique, que fue el director artístico de esta obra. Y este pequeño espacio portuense fue visitado por personajes tan importantes como Winston Churchill, Arístóteles Onassis, así como Josefina Baker. Y en torno a este lugar se desenvolvía también  la vida de los portuenses, que asistían atónitos al acontecer diario de una ciudad en pleno progreso.  

Luces y sombras de Martiánez

Y todo empezó de forma sencilla, espontánea. En la playa de Martiánez se presentaron un día unas europeas en bikini, y allí se armó el revuelo, el escándalo, los guardias, la gente, la moral, el albornoz, en definitiva, un jaleo.
Eran otros tiempos. Eran los primeros bikinis que desafiaban a cuerpo limpio el aire del Atlántico. Allí fue Troya y desde los sectores más conservadores de la época, como suele ocurrir siempre, se intentó frenar aquel desmadre.Pero la cosa no pasó de ahí y las vikingas, ignorantes de aquella lucha interna y con la connivencia de las autoridades, representadas entonces por el alcalde Isidoro Luz Cárpenter, seguían remojándose y dorando sus pechos blancos al sol mientras que los altavoces de los chiringuitos Agustín y Felipe se escuchaban músicas de aquellos tiempos, como Moliendo café   y otras torrefacciones del momento.  

Winston Churchill saliendo de Lido San Telmo.
No era cuestión de frenar aquella avalancha de gentes adineradas y hasta la guardia municipal estaba advertida de que se hiciera la vista gorda ante lo que parecía un ataque a la línea de flotación de la moral y a las buenas costumbres...

En poco tiempo la playa de Martiánez se puso de moda para los visitantes y residentes. Era, entre otras cosas, el lugar de encuentro de las gentes que acudían a refrescarse al Charco La Coronela, desplante municipal y gracia increíble donde muchos jóvenes aprendimos a nadar.

Y todo esto ocurría en 1958, cuando aún no existía el Complejo del Lago Martiánez, ni siquiera la Avenida Colón, aunque si la pista del Lido San Telmo regentada por José María Sotomayor Carmona y más tarde por Rudolf David Gilbert en las que una tarde entraron el primer Ministro inglés Winston Churchill acompañado de Aristóteles, que había arribado a la isla a bordo del yate Kristina, propiedad del famoso empresario griego, considerado uno de los más ricos del mundo...Y entonces el que fuera por aquellos años Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, no quiere perder la ocasión de conocer el Puerto de la Cruz, subirse a uno de los camellos de Lázaro y recorrer la zona de Martiánez bajo la mirada de Isidoro Luz.
El que fuera Ministro de Turismo Manuel Fraga Iribarne e Isidoro Luz, alcalde de Puerto de la Cruz

Eran tiempos en los que los visitantes que llegaban a la ciudad se consideraban grandes personajes, tanto de la política como del mundo artístico.

El Lido San Telmo era por aquellos años uno de los establecimientos más atractivos donde el incombustible Álvaro Foronda amenizaba los bailes cantando y dándole al piano y al acordeón hasta el amanecer...

Por esta misma fecha abría sus puertas el primer hotel,  El Bélgica, luego el Valle Mar, Las Vegas y el Tenerife Playa. Surgieron discotecas como el Cintra y el Golden Blue y Café Columbus, visitadas una noche por Julio Iglesias después de actuar en el Parque San Francisco sin cobrar ni una peseta porque alguien de la organización se había "mamado las perras", entregándole a su representante un talón bancario sin fondos. El cabreo de ´Julito´ fue descomunal y juró y perjuró que nunca más volvería por aquí...

Y llegó el alcalde Isidoro Luz y trazó la avenida Colón para poner orden y concierto entre los ambiciosos promotores, dispuestos a llevar las construcciones hasta los límites mismos del mar sin reparar en las consecuencias. Pero Isidoro Luz supo frenar aquellos planes y con visión de futuro  hizo de este lugar una de las zonas turísticas más importantes de Europa. Su visión de progreso era extraordinaria, llegando a proponerle al alcalde de La Orotava, don Juan Cúllen, su cuñado, la posibilidad de ampliar la avenida Colón hasta la playa del Bollullo. La propuesta, en principio, no parecía descabellada pero los inconvenientes y los desacuerdos entre los propietarios del suelo afectado hizo que se desechara la idea. Habría que preguntarse si ahora, esa propuesta correría la misma suerte, casi seguro que no.

¿Pero, cómo era el ambiente nocturno en esta parte de la ciudad...? Desde la calle y a través de las grandes cristaleras de los comedores de los hoteles que daban a la avenida se podía ver como los clientes acudían vestidos de etiqueta y eran atendidos por camareros profesionales. Luego, al final, muchos de ellos se repartían por los lugares de moda, especialmente en el Lido San Telmo, las discotecas o las pocas cafeterías que existían entonces. En todas ellas había un espectáculo, la mayoría con actuaciones de grupos folclóricos de la isla o flamenco, sin olvidar la música sudamericana.

Y en medio de este jaleo nocturno, se vivía un ambiente extraordinario en el que mi amigo, el pintor Jesús Oramas, recién llegado de París, cantaba en la Cafetería Oasis las canciones de Edith Piaf   como La Vie en Rose, acompañado al piano por Álvaro Foronda y el trompetista Manolo, que mantenía la sala expectantes cuando interpretaba la canción del Silencio hasta conseguir que los más sensibles se les pusieran los pelos de punta.

Foronda era un hombre entrañable y querido por todos y un veterano de la música, que vivió para el Puerto de la Cruz aportando lo mejor de su arte. De él me quedan muy buenos recuerdos y hasta semanas antes de su muerte siguió con su trabajo, acompañando a los numerosos espontáneos deseosos de cantar, algunos muy buenos, aunque la mayoría daba hasta pena. Pero como la cosa era pasarlo bien, todo era perdonable. Durante más de 30 años en la profesión Foronda vivió muchas anécdotas y experiencias. De una de ellas fui testigo... En cierta ocasión alguien se le acercó y le dijo que quería cantar el tango  Adiós a la Vida, de Carlos Gardel y, efectivamente, así fue porque aquel pobre hombre tuvo la mala fortuna de sufrir un infarto mortal.

El Lago Martiánez
Pero las condiciones que ofrecía el Lago de Martiánez a los visitantes y ciudadanos para el baño no eran las más idóneas, ya que la mayoría de las veces estaba llena de callados como consecuencia de las fuertes mareas que se producen en esta parte del litoral portuense. Era urgente buscar una solución al problema y ofertar una alternativa. Esto hizo que los políticos de la época, centraran su atención en la zona marítimo-terrestre donde habían unos 50.000 metros cuadrados.

Y llega 1967 y después de muchas vicisitudes se encarga a los ingenieros de Caminos, Canales y Puertos Juan Alfredo Amigó Bethencourt y José Luis Olcina Alemany el primer proyecto de Piscinas Municipales en esta zona.

La idea surge en el transcurso de una reunión celebrada en el Casino Puerto de la Cruz, a la que asistieron representantes del Ayuntamiento, del Centro de Iniciativas y Turismo, así como técnicos municipales y empresarios del turismo y la hostelería. El presupuesto presentado por los ingenieros era de 42 millones de pesetas, financiados por la propia institución local. Los trabajos se adjudicaron a Luis Díaz de Losada, incorporándose a los mismos César Manrique, quien aporta el elemento artístico capaz de conjugar la técnica y el arte para conseguir en todos y cada uno de los componentes que conforman la obra un aire típicamente canario.

Imagínense que los honorarios que recibió Manrique por su trabajo fueron de 450.000 pesetas, cantidad que a los políticos y empresarios les parecía ridícula,  pues en su opinión, si los comparan con los que habitualmente percibía eran irrisorios.
Además, César Manrique no solamente se dedicó al diseño sino que creó dos esculturas de gran valor artístico como el Hombre de los Alisios y La Jibia.

En septiembre de 1971 se inauguran estas instalaciones siendo alcalde de Puerto de la Cruz, Marcos Brito. Con este motivo la empresa constructora y el Ayuntamiento organizan un acto por todo lo alto actuando la célebre vedette internacional Josefina Baker.

sábado, 5 de mayo de 2012

Mohamed Osman, un pintor egipcio en Tenerife

                               
Benjamín AFONSO 

Hace varios días estuve contemplando varios cuadros de Mohamed Osman. Los tenía un amigo colgados en una de las paredes de su despacho. No digo nada nuevo si afirmo que Osman se ha ganado en Tenerife un afamado prestigio como pintor. Contemplando estas y otras obras, se puede afirmar que pocos como el han sabido captar las esencias de nuestros pueblos. Sus cuadros han colgado de las mejores salas culturales. Sus exposiciones han recorrido la isla, y en cada una de ellas se aprecia como el artista recoge aspectos y detalles extraídos del entorno, del paisaje, en concreto de las calles, plazas, casas rurales y edificios del pueblo para convertirlos en la materia prima a partir de la cual el pintor egipcio refleja la luz y la atmósfera insular. Además, recuerdo que en cierta ocasión, mientras le hacía una entrevista me confesaba que "Tenerife era uno de los pocos sitios del mundo que todavía conserva el sentido humano".

Rebuscando entre mis apuntes me encuentro con una pequeña biografía de Mohamed Osman que dice: Nació en El Cairo en 1952, estudia en Roma, durante diez años, donde obtiene el grado de arquitecto por su Universidad, ingresa en la Academia de Bellas Artes y presenta con éxito varias exposiciones. Más tarde, durante el lustro 1981 a 1986, se traslada a Canadá, donde ejerce su profesión - arquitectura-  diseño y decoración-, obteniendo como pintor artístico el estatus de inmigrante independiente, realizando numerosos trabajos en estos campos para algunas empresas de este país y de Estados Unidos.

En 1986 viene a Tenerife donde trabaja, pinta y, lo que es más importante, se compenetra con el paisaje y el paisanaje. El artista se ha ganado el prestigio y un lugar destacado en el mundo del arte de la isla. Sus numerosas exposiciones en las salas de arte más importantes de Tenerife, así lo confirman todas las críticas.

En el año 1993, expone en el Circulo de Amistad XII de Enero de Santa Cruz de Tenerife; en 1994, en el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, también de la capital tinerfeña y, en 1995, 96, 97, 98 y 99 lleva su obra hasta la Sociedad Cultural Liceo de Taoro de La Orotava, además de otro pueblos de la isla, lo que le ha valido que destacadas personalidades del mundo artístico le hayan dedicado elogiosos comentarios:..."es un pintor que nos retrata la visión real del paisaje, donde hay transparencias y sugerencias, donde el alma sensible del pintor sabe colocar en su justa medida la leyenda de una ventana o el silencio de una calle".

Los colores son los propios de esa madera gastada por las erosiones de los siglos o de esas tejas de barro donde ha discurrido el agua, dando vida a los verodes en centurias. Pintor de buena escuela, conoce las proporciones y los ángulos. Es discreto en el cromatismo y sincero", "...domina la luz de dentro y fuera de las islas, conoce sus secretos...", "no reproduce lo visible sino que hace visible lo que no siempre lo es".

Ahora, Osman trabaja y reside en Tenerife y ha descubierto que todo cuanto le rodea, incluido el detalle y el recoleto más insignificante, forma parte importante de su obra. Y es que pintar un paisaje no es describir unos accidentes.

Eso es fácil. Lo dificil es pintar un rincón de esta parte de la isla, es interpretar una manera de ser y de sentir, como lo hace Mohamed Osman en todos y cada uno de sus cuadros. Pero hasta conseguirlo son muchos los días y las noches que ha pasado en soledad por los mil y un vericuetos de la isla; son muchas las horas buscando una luz, un crepúsculo, "un sentido a la vida sujeta a un paisaje".

Convergencias de culturas   

En una de las pinturas adquiridas por mi amigo, aparece una antigua vista del pueblo del Realejo Alto. En ella figuran aspectos y detalles recogidos del entorno rural. En otra de su obras aparecen "los castellanos y los guanches, el Adelantado y el  Mencey".

Juan del Castillo nos comenta que tres son las culturas que convergen en la mirada pictórica de Osman: la egipcia, la latina y la sajona. A decir del crítico, Osman frecuenta "algunos de los rincones por los que hemos pasado infinidad de veces, que siempre han estado allí, pero en los que nunca hubiéramos reparado si Osman no nos hubiera llamado la atención, si no proclamara con su pincel su sobria belleza".

Estos óleos, significa el comentarista orotavense, "llevan implícitos mensajes, tienen valor testimonial, son grito callados de denuncia. Si algún día esas reliquias desaparecieran, seguirán viviendo en los cuadros osmanianos".
Por su parte, Salvador García introduce un nuevo matiz al ver en la obra de Osman un rasgo reivindicativo, "en clara disconformidad con el deterioro de las cosas, del hecho natural y de la propia obra humana". "Desde este punto de vista, la pintura del artista egipcio cobra un interés casi patrimonial".

  


martes, 1 de mayo de 2012

Las "dos Orotavas"


 Benjamín AFONSO

La Orotava fue fiel reflejo de lo que aconteció en toda España en la primera mitad del siglo pasado. Nos referimos a las "dos Españas", a las "dos Orotavas", que extrapolándolo a nuestra querida Villa, más que diferencias políticas lo que hubo fueron encarnecidos odios personales.
La juventud de los años 60 conoció la última etapa de una serie de personajes que sufrieron en sus propias carnes estos aconteceres. Cada uno de ellos con sus particularidades fueron protagonistas en el desarrollo social, cultural y político de la villa.

"Las dos Orotavas"
 A Manuel González Pérez, Juan Hernández Correa, Jesús Illada, Jesús Raya y a Domingo González nos lo encontrábamos en numerosas ocasiones en La Orotava.
Otro, como Manolo Illada, Lucio Illada y a Florencio Sosa los conocíamos de oídas.
Con sus particularidades, fueron protagonistas de una etapa histórica de nuestro país. Y aunque todo aquello había quedado atrás, a la hora de evocar los episodios lo hacíamos en voz baja y en lugares de confianza...

Unos habían regresado del exilio, otros se incorporaban a la vida cotidiana después de haber estado en prisión, y otros, como los hermanos Manolo y Lucio Illada nunca más regresaron porque fueron fusilados por defender sus ideales.Todas aquellas historias nos sobrecogía el corazón, la de las "dos Orotavas"

Juan Hernández Correa regresó un día de su exilio de la República Dominicana. Su aparición en La Orotava despertó en los sectores más conservadores los mil y un comentarios, a pesar de que ya se respiraba cierto aire de libertad. Persona correctísima y culta, lo encontrábamos con frecuencia en Casa Mereja, la mayoría de las veces solo y, en ocasiones, charlando con los asiduos de bar. Se veía un hombre cansado, desilusionado de todo y como arrepentido del regreso. Jamás se le escuchó comentar nada de aquella guerra fratricida...

El regreso de Juan Hernández Correa a su pueblo le sirvió de muy poco. A su lado solo nos acercábamos los jóvenes más progresistas. Otros, sus contemporáneos, los que creía eran sus amigos, le rehuían, le evitaban... Un día, sin esperarlo y mientras se tomaba unos vinos, sorprendió a un grupo de jóvenes que le acompañaban: "Si triste fue el exilio, más cruel es la marginación a la que me someten"... "Mi regreso"- añadió- "es un verdadero fracaso"...

Y llegaron los años 80 y Jesús Illada estuvo en el Puerto de la Cruz donde el Partido Socialista celebraba un Congreso y dijo: ""Si todo lo que se escucha en la calle es cierto, tenemos que avergonzarnos de ser socialistas...". Hubo aplausos, ovaciones, pero también miradas de sorpresa entre algunos de los congresistas asistentes... Illada rechazó ir como candidato al Senado y al Parlamento porque sabía de su enfermedad y de su edad avanzada. Era consciente de que su tiempo había pasado.

La Censura
Y en algunos bares de La Orotava sonaban los nombres de Luis Álvarez Cruz, Emeterio Gutiérrez Albelo y Pedro García Cabrera... Mientras, en la desaparecida librería de Manuel Vivas se suministraba a los amigos de confianza las obras de Miguel Hernández, García Lorca y otros autores prohibidos. Algunas de sus obras servían luego para escenificar recitales poéticos a cargo del grupo La Palestra, dirigido por mi amigo José H. Chela, fallecido hace unos años. Él siempre se empeñaba en burlar el férreo control que existía por parte de la SGAE, cosa harto difícil porque la mayoría estábamos catalogados como "elementos no simpatizantes al régimen". Así que la mayoría de las veces salíamos mal parados y con más de un problema, afortunadamente sin consecuencias.

"Juan sin tierra" es el título de una obra de teatro que se representó en el Cine de Los Realejos, allá por los años 60. Su autor, Marcelino Domingo, Ministro de Cultura durante la República. El aforo hasta la bandera. La cosa se presentaba prometedora hasta que ya avanzada la representación hicieron acto de presencia los llamados "grises", cuerpo policial llegado expresamente desde la capital acompañando a uno de la SGAE... Aquello fue Troya porque no había permiso para poner en escena aquella pieza teatral que, para más inri, su autor había sido republicano hasta la medula. Como la autoridad gubernativa había hecho acto de presencia en la primera parte de la representación, permitieron que terminara.
En la segunda, el público, ignorante de lo que estaba sucediendo y en vista de que pasaba el tiempo y no aparecía nadie en escena se formó un gran escándalo. Tanto, que el griterío del público, los dimes y diretes entre los responsables de aquel grupo, Miguel Ángel Martín y Paco Polo, que no La Palestra como se empeñan algunos, la representación pudo continuar. Aunque eso sí, el propietario del cine tuvo que jurar ante los responsables policiales y aquel "jodido" censor que jamás volvería a permitir un acto sin antes tener en sus manos el permiso de la Sociedad General de Autores (SGAE)....Aquel pobre hombre así lo hizo, pero además también juró que a Miguel Ángel y Paco Polo (fallecidos años antes que Chela) no los quería por allí ni con todos los papeles en regla.

Afortunadamente, para aquel grupo de jóvenes la cosa no pasó de ahí y todo se quedó en un susto gracias a la intervención de José Estévez, entonces Jefe Provincial del Movimiento, que, enterado del lío en que se habían metido sus alumnos no permitió males mayores.

Y por aquellos años falleció Domingo González (padre de nuestro historiador Nicolás Gonzalez Lemus), un luchador del socialismo sometido a tortura en numerosas ocasiones. El féretro entró en la iglesia de San Juan de La Orotava cubierto por la bandera del Partido. En un pueblo conservador aquello más que sorpresa asustó a más de uno que abandonó el templo. Y en el cementerio se cantó  la Internacional a pesar de que el pobre sepulturero, casi llorando suplicaba que si iban a cantar aquel himno lo hicieran bajando el tono de voz...

Primer alcalde republicano
Uno de los que nos había llamado la atención fue Manuel González  Pérez. Le conocí en la década de los años 60, creo. Hasta él me llevó Francisco González Casanova para hacerle una entrevista para el periódico El Día. Nos esperaba en su casa, en la calle Francisco de León. Nos recibió e inmediatamente comenzamos a conversar. Era un hombre algo mayor, pero con una memoria y una agilidad mental extraordinaria. Contestaba a mis preguntas dando fechas y lugares sin titubear, con seguridad. Allí estuvimos varias horas, al final salí satisfecho del trabajo. No obstante, al llegar a la redacción José Manuel de Pablos Coello, entonces director del citado diario censuró tanto la entrevista que se quedó en algo más de una columna. Y no era para menos, pues aún existía un férreo control sobre los medios de comunicación. Además, recuerdo que Casanova, con el que mantuve siempre una gran amistad hasta su fallecimiento en la Navidad de 2006, esperaba la llegada de un alto cargo del Gobierno de Fidel Castro, cuya presencia debía pasar inadvertida. El motivo lo ignoraba, aunque después y durante una cena a la que fui invitado días más tarde llegue a enterarme por ellos mismos. No era otro que llevar a Cuba una importante cargamento de medicamentos para la población, todo ello gracias a las gestiones que había realizado Casanova. Tal fue la amistad que hice con el representante del Gobierno cubano, que al mes siguiente Paco me llevó a Cuba. Allí estuve una semana y al llegar nos recibieron como grandes autoridades, pués del aeropuerto hasta el hotel nos dio protección un grupo de policías.Y es que Casanova era un personaje muy querido para el régimen cubano.                  

Pero dejemos esto para decir que Manuel González Pérez había realizado sus estudios de medicina en la Universidad de Barcelona, donde aprobó los dos primeros años. No obstante, la inesperada muerte de su padre le obligó a dejarlos por ser el mayor de los hermanos y hacerse cargo de la empresa agrícola familiar. En los años anteriores a la proclamación de la República colabora en medios de comunicación republicanos como "Decimos", un periódico villero que supo aunar a todos los que ansiaban su advenimiento.

Con la instauración de la República accede en 1931 a la alcaldía de La Orotava. Son años de considerables realizaciones, entre las que destacaron la central hidroeléctrica, inaugurada en 1934, y que supuso un importante aumento de la capacidad energética municipal, un logro que fue plasmado en ese año en la alfombra de la plaza del Ayuntamiento con motivo del Hábeas. La Casa de Socorro y un avance considerable de la carretera desde La Orotava a Vilaflor a través del Parque Nacional de Las Cañadas del Teide entre otros, conformaron su gestión al frente del Ayuntamiento.

Y llegar 1936 y volvió a ganar las elecciones municipales dentro de la Coalición del Frente Popular y como miembro de Izquierda Republicana. Es entonces cuando decide potenciar la enseñanza en todos los niveles, alcanzando en víspera del 18 de julio la consecución de un instituto de Segunda Enseñanza para su pueblo.

Dicen que la última alfombra central durante la República glosaba ese logro para la localidad.
El 4 de junio de 1936 marchó junto con una comisión de cosecheros, encabezada por Luis Benitez de Lugo, a Madrid para lograr del Gobierno rebajar los fletes y otras mejoras para hacer frente a la grave crisis del sector platanero que sufría las consecuencias de la pérdida de mercado motivada por la gran depresión mundial y que veía en la potenciación del peninsular una vía para paliarla. Sus gestiones fueron exitosas, por lo que obtuvo todo lo solicitado.

En esa coyuntura le sorprende en Madrid el 18 de julio que iniciaría la Guerra Civil.
El logro histórico de la consecución del instituto para La Orotava quedó truncado con la victoria del régimen de Franco, que abrió un vacío en la enseñanza, cosa que no pudo paliarse hasta 30 años después.

En 1968, siendo Rector de la Universidad de La Laguna el orotavense Jesús Hernández Perera, la villa tuvo por fin una sección delegada del llamado femenino de La Laguna, que accedería en cuatro años al rango de Centro Independiente poniendo fin a los considerables obstáculos que encontró para su creación a pesar de que pueblos de mucha menor población ya contaban con él con bastante antelación. Paradogicamente, en 1975, en el año de la muerte del general Franco, finalizó el COU la primera promoción que realizó sus  estudios de bachillerato en el municipio.

Activista Republicano

Para Manuel González, los tres años de la Guerra Civil fueron de activismo a favor de la causa republicana, trabajando para ella tanto en el frente de Madrid como en las áreas costeras, llegando incluso a tratar de intervenir en el Norte de África con el objetivo de sublevar contra las fuerzas de Franco a las cavilas marroquíes. En 1939 marcha camino del exilio desde Barcelona. El fin de la contienda fratricida anuncia el de la II Guerra Mundial, que le recluye en los campos de concentración en Argeles, San Ciprian y Bacares, incluso en el Muro del Atlántico de Normandia donde los nazis le obligaban a integrarse en compañías de trabajo forzados. Fugado, siendo nombrado jefe de la Resistencia Española en el centro de Francia, acompañado en todo momento por amigos del Valle de La Orotava como Agustín Baeza, Minguillón o Juan García. Con la paz sigue residiendo en esa localidad francesa hasta que en 1964 pudo retornar a su tierra gracias al respaldo del solicitud del general Lorenzo Machado y el Ministro de la Gobernación de Francisco Franco, el palmero Blas Pérez González, compañero de estudios en Barcelona. En la Orotava habían quedado su mujer y ocho de sus hijos. Falleció en la villa el 20 de septiembre de 1975. Dos meses después moría el general Franco.
  
              

viernes, 27 de abril de 2012

Antonio María Hernández, el artífice del Hogar Santa Rita

Benjamín AFONSO

Los que conocimos al sacerdote Antonio María Hernández sabemos que hablar de su vida y de su obra es una ardua tarea de reflejar en un simple comentario como el que, en esta ocasión, pretendo. Por lo tanto, sin obviar sus grandes iniciativas, ya conocida por todos, como son el Hogar Santa Rita I y II, intentaré reflejar aquellos aspectos más anecdóticos e interesantes de su trayectoria; empezando desde su adolescencia, pasando por su lucha interna hasta llegar a su encuentro con Dios y terminando con su fructífera obra social y humana que todavía continua.

                                  Pasado y presente del "padre de los ancianos"

Antonio María Hernández Hernández vino al mundo en una época difícil en la vida política y social española. Fue allá, por el años 1936, recién comenzada la Guerra Civil Española.

Nuestro hombre nació en la Villa de La Orotava, en el número 74 de la calle San Juan, donde residían sus padres y hermanos, de alquiler. Esta casa siguió siendo su vivienda hasta su fallecimiento, ya que, con sus primeros sueldos conseguidos en Venezuela, ayudo a su padre a comprarla, pues era el mayor deseo de éste.

En su adolescencia, viendo que al ser de una familia humilde no tenía posibilidades de realizar los estudios de bachillerato, entró como ayudante de tapicero en la empresa orotavense de Pepe Quevedo y, más tarde, en la de Isaac Valencia (padre), hasta llegar a ser maestro en esta especialidad, cosa que les agradeció siempre.
En esa época también estudiaba Contabilidad, asistía a la Banda de Música y "aún tenía tiempo de enamorar con mi novia", me relataba.

Algo más tarde, viendo el auge emigratorio hacia Venezuela, decidió, con 17 años,  falsificar la firma de su padre en el permiso, construirse una maleta con doble fondo, llevando azafrán para poder venderlo y subsistir en previsión de posibles precariedades, y embarcarse hacia el país hermano.

Una vez allí, en la ciudad de Cagua, desempeñó el oficio aprendido, llegando a tener su propia tapicería, lo que le reportaba buen dinero, enviando a sus padres la suficiente cantidad para comprar la casa de La Orotava. Allí alternaba su trabajo con los estudios de bachillerato nocturno hasta obtener el título.

Más tarde se trasladó al Estado de Zulia, zona del lago Maracaibo, donde se introdujo en el mundo del boxeo. Sería en esta época donde el "padre Antonio", me confesaba que entró en un mundo vacío de valores e incluso anticlerical,  llegando a renegar de Dios y declararse ateo públicamente con otros amigos canarios de entonces, todo esto en Ciudad Ojeda.
Incluso estuvo a punto de casarse por lo civil, influenciado por un amigo que se había casado seis veces porque lo consideraba más rentable que un negocio.

Este ambiente le condujo a una cárcel de alto riesgo, en la ciudad de Calimas, durante tres meses, sin cambiarse de ropa, durmiendo en el suelo, en una celda de 12 metros cuadrados, con veintidós presos, algunos de ellos criminales peligrosos. Me relataba que el motivo de esta condena fue debido a una pelea que tuvo con tres venezolanos, a los que dejó medio muertos, después de que intentasen meterse con dos señoritas que le acompañaban,  por no ser él del país.

Tanto la cárcel como el boxeo fueron para nuestro hombre dos experiencias muy duras. La primera, por el trato inhumano y vejatorio que le hizo llegar a sentir odio contra todos; la segunda, por estar a punto de matar a un contrincante durante un combate, motivo que le hizo dejar este deporte.

Pero reconocía, asimismo que, gracias a la práctica del boxeo y ser una persona muy responsable, no se dejó atrapar por esa vorágine de vicio.

Nuestro sacerdote se preguntaba que, después de todo lo vivido, por qué, su vida no ha discurrido por otros derroteros, llegando a la conclusión de que "los caminos de Dios son inescrutables". Y más cuando, por querer satisfacer los deseos de su madre, persona muy religiosa, decidiera confesarse.
Esta experiencia la vivió con un sacerdote, Marcos Gelber, colombiano, que, en un principio, le rechazó viendo su aspecto- "con bigotes retorcidos hacía arriba y una camisa a cuadros"-, a lo que nuestro joven le espetó que "si no me confiesa ahora no lo haré nunca más".

El padre Gelber rectificó y, en su despacho, le escucho durante más de cuatro horas, dejando que vaciase todo su interior. El me comentaba que salió "flotando" y se produjo un gran cambio en su vida.
A partir de este momento, el padre Antonio decidió residir en un seminario para estar seguro de su vocación religiosa ya que de lo único que estaba seguro es que quería trabajar por los demás.

Después de un tiempo, mientras trabajaba de contable en una empresa petrolífera de la ciudad de Maracaibo, viendo que no podía ocultar más la situación a sus compañeros y comprendiendo que en esa ciudad no le convenía seguir, le preguntó al Superior del seminario si consideraba que tenía vocación, porque si no se venía a Canarias donde estaba su novia.

Ante la respuesta positiva del Superior, decidió entrar en el seminario y le destinaron a Colombia.
En este país, donde estudió la carrera de Biología, inició, con 24 años, su periplo y su ingente obra por dieciséis países como misionero de los Padres Capuchinos.

Con 28 años regresó a Tenerife, llevando la típica barba de la orden religiosa.
El encuentro con su madre fue realmente dramático pues no le reconocía y aseguraba que no era su hijo mientras, entre llantos, le tocaba la barba una y otra vez.

En la Península realizó estudios de Psicología y Teología para regresar de nuevo a Colombia. En su nueva etapa en este país lo destinaron a la isla de San Andrés, zona muy depimida.
Con 400 jóvenes, a los que consiguió ganarse enseñándoles judo, repartía alimentos por las zonas más pobres.

Como capellán de la marina, construyó 80 casas, con las ayudas de los infantes, para personas necesitadas, así como edificó un hogar para niños, con 240 camas.
Este edificio no llegó a verlo nunca ocupado, pero el juez de menores de la zona le había comunicado que el presidente Pastrana se había hecho cargo, entregándolo a una orden religiosa para que lo regentara.

Y en el año 1972 regresó a Tenerife como subdiácono. Su paso por La Orotava, en la parroquia de San Isidro, no fue nada agradable para nuestro sacerdote pues algunas personas cercanas al poder eclesiástico entendían que sus sermones durante la celebracion de los oficios no eran los más adecuados, me decía con tristeza. El ataque al cura partía de un pequeño grupo de presión encabezado por un tal Tomás M.P., un maestro de escuela y antiguo sensor de la etapa franquista que, quién lo iba a decir, llegó a dar la comunión durante la misa. Tanto hizo éste que el bueno de don Antonio fue trasladado por orden del Obispado. Todo ello, lógicamente, contra el deseo mayoritario de los feligreses que recibieron la noticia con el natural y lógico desagrado.

martes, 24 de abril de 2012

Crónica de los trágicos carnavales de 1925


Benjamín AFONSO

El retablo que donara al convento de dominicas de Puerto de la Cruz, don Juan de Montemayor, se conserva en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Peña de Francia, seguramente.

Esta magnífica obra artística que creemos recordar tiene algo más de un metro de alto y cuyo artífice se desconoce, parece ser que el donante la trajo de algún país americano.

Las crónicas de entonces relatan que el retablo miniatura de Montemayor corrió serio peligro de ser pasto de las llamas en el voraz incendio que redujo a ruinas el edificio del convento de Santa Catalina en los carnavales de febrero de 1925.
Aquella noche del día 25 marcó en las crónicas portuenses uno de los aconteceres más trágicos. Momentos luego de la medianoche desde las ventanas de la Sociedad Iriarte, situada entonces en un edificio que aún existe y que se encontraba frente al convento, se diviso una llamarada en lo alto del mirador y a los pocos minutos el fuego se extendía por el amplio edificio enmarcado por las calles de Quintana, Agustín de Bethencourt, J. Miranda y plaza de la iglesia. Crepitaba la tea de manera pavorosa y la colosal antorcha que iluminaba con sus tétricos resplandores la ciudad, poniendo en serio peligro la mayor parte de su casco urbano, siendo impotente todos los esfuerzos del vecindario y de los cuerpos de bomberos entre el que se encontraba el de la Capital para dominar el incendio. Ante esta situación todos los trabajos, con muy buen acierto, se limitaron a preservar las casas más próximas de la voracidad del siniestro. Entre ellas estaban la de las citadas calles. Hubo momentos en que las gentes se vieron invadidas por el pavor, por un miedo indescriptible que les situaba al mismo umbral de la demencia. El afán por lograr la mayor cantidad de agua para el servicio de las bombas extintoras llevó a unos hombres a romper la cabeza del cisne de cemento que se encuentra en la pila de la Plaza de la Iglesia, con la esperanza de que esta decapitación diera como resultado una mayor cantidad del tan necesario líquido. La cabeza del cisne fue luego restaurada, pero con tan poco acierto en principio que semejaba la cabeza de un perro. El pueblo hizo constar su desagrado colocándole un bozal. Ante esta advertencia se realizó un nuevo modelo que dio mejor resultado.
Entonces el convento estaba ocupado por las oficinas municipales y otros servicios públicos como la central de teléfonos, archivo, biblioteca y prisión municipal. En el patio central se había instalado un escenario por el que desfilaron célebres artistas. Además de ser un cinematógrafo  y recinto para peleas de gallos.

El pueblo actuó con energía y desprendimiento exponiéndose en algunos momentos a sufrir los terribles efectos de las llamas.

Al final, todo quedó destruido. Poco se pudo salvar de la catástrofe. Se perdió el templo y valiosas imágenes, se quemaron valiosos documentos, ardieron las escuelas allí existentes. Todo quedó reducido a ruinas. Fue necesario derruir los altos muros por temor a que pudieran caer. La desolación, la estampa trágica, la huella profunda del fuego quedó en medio del pueblo como una importante cicatriz.
Mi padre, Benjamín Afonso Padrón, años antes de su fallecimiento, recordando aquel suceso me relataba: "Fue un incendio inolvidable para todos los que lo presenciamos; para todos los que nos despertamos a los sonidos de la sirena de los bomberos, del timbre del teléfono que dejaron de oír su llamada continua al ser pasto de las llamas su núcleo de comunicaciones. Todos recordamos aún como se iluminaba la noche y como por las calles corría el clamor, la llamada de auxilio, el grito despavorido de las mujeres y el llanto de los asustados niños". Luego, tras una breve pausa y con cierta tristeza añadía: "aquel febrero de 1925 fue en el terrible día un impacto emocional que, por momentos, llegó a desequilibrar algunas mentes y que puso al borde del colapso a personas de avanzada edad".

Terrible noche de destrucción de la que solo se salvó como cosa de más valor el retablo de Montemayor. El corazón del donante no pudo librarse de la cremación. Conforme a una de sus cláusulas testamentarias, cuando falleció le fue extraído del pecho y depositado en un nicho junto a la Virgen del Rosario del convento Santo Domingo. Esto ocurría en el año 1743. En diciembre de 1778, el citado convento fue destruido por un incendio.

domingo, 22 de abril de 2012

El retorno del Cristo del Gran Poder del Puerto de la Cruz

                                     

  


Después de recorrer la sacra imagen las principales calles de la población, retorna a su templo. Es el momento de la Entrada. Ya el crepúsculo quemó sus últimas luces. Y la noche ha desplegado sus negros terciopelos donde las estrellas ponen sus flores de luz. La plaza de la iglesia y sus contornos son una hoguera de gentes y luces. Todos los ríos humanos han desembocado en la plaza. Ríos ansiosos del sonoro y lumínico espectáculo.

El Divino Nazareno avanza, imponente y silencioso, en medio de la inmensa multitud que lo acompaña. La mole de la torre parroquial recorta su gris silueta en la negra pizarra de la noche. Las campanas saltan de júbilo en las alturas, envueltas en capuchas de sombras. Bajo el índice hierático y gris de la torre, la sacra imagen descansa en su imponente serenidad. La multitud, medrosa, espera la ígnea sorpresa. Llega la aurora boreal de la Entrada. Los fuegos artificiales inundan con su luz toda la plaza. Los cohetes, convertidos en sierpes de fuego, atruenan los espacios incendiados. Las ruedas luminosas se desatan en locura de sonidos y colores. Giran, enloquecidas sobre sus invisibles ejes, como orbes desquiciados, la plaza exhibe sus más bellas decoraciones.Abanicos de luces se abren ruidosos e imponentes. La multitud se agita huyendo, medrosa de aquel zote de fuego.. La torre se atrueca en inmensa cascada. Espumas encendidas. El espacio es un velatorio incendiado, de los más peregrinos colores. Miriadas de rojas serpentinas culebrean en las alturas. Todo es luz, entretenimiento y sonido. Parece que todo el pueblo se ha incendiado. Los diques se han roto. Y de una locura ígnea es víctima la gente y la plaza. El espacio se puebla de surtidores de fuego. Los genios de la luz alborotan, en el aire, sus encrespadas melenas luminosas.

La noche es como una inmensa cabeza de Medusa de sonoras serpientes de luz. La efigie del Divino Nazareno se viste con todos los colores de aquella aurora boreal. Y sus ojos lumínicos y verdosos miran a toda aquella multitud que exalta al Divino Nazareno.

Poco  después suenan los últimos cohetes. Cesan los ruidos de los morteros. El humo se tiende como tupido y roto cortinaje de un borroso crepúsculo. Se apagan las fraguas de las alturas. Todo es ahora una inmensa cortina de humo y una inmensa oración. Las campanas se exaltan en la negra torre de piedra. Y el divino Nazareno, bajo la luz de todas las miradas, entra en el templo, entre la larga y blanca teoría de los cirios, morada, imponente, silencioso.Y en los negros terciopelos de la noche queda vibrando aquella encendida plegaria.

                                              La Entrada

Es la hora en que la efigie se aproxima al templo parroquial. En el ocaso litúrgico hay un acorde de luces. Las ruedas de artificios rompen sus secretos de luz, sonidos y rezos. Las vengalas son ya cascadas verdes, azules, rojas, violetas. Los cohetes ascienden veloces y se rompen arriba, entre los negros cortinajes de la noche, entre los surtidores de las estrellas y la seda densa  de la atmósfera iluminada. El firmamento cúbrese de astros irreales, de policromía inaudita, en una ilusoria astronomía crepuscular. Y el Gran Poder avanza, sereno, mudo en aquella fiesta de colores y estrellas. Y el alma siente el ansia trágica de morir por aquel Divino Nazareno maniatado, cuyo rostro se ve arriba, en el fondo de aquel crepúsculo de luces artificiales, en el fondo de la noche que se abre como una concha de luz y como un  inmenso abanico de sedas multicolores. La plaza de la iglesia y las calles inmediatas lucen todas sus decoraciones. La plaza es como un mar donde desemboca aquel río humano, goloso de presenciar aquel lumínico espectáculo. La mole de la torre parroquial se recorta en la negra pizarra de la noche. Las campanas saltan de júbilo en las alturas y bajo el índice hierático de la torre, la Divina imagen descansa con su imponente serenidad. La multitud, medrosa, espera. Comienza la aurora boreal de la entrada. Los fuegos inundan toda la plaza. Los cohetes y morteros atruenan los espacios encendidos. Desátanse las ruedas de artificios de locura de colores y sonidos y giran, enloquecidas, como orbes desquiciados en sus ejes.

Los cohetes suben, uniformes y densos, como un cortinaje de fuego, como un gran sitial de luz. La torre se trueca en gigantesca, inmensa cascada de encendidas espumas. El espacio es un velatorio encendido de los más diversos colores. Miradas de ígnea serpentina culebrean en las alturas. Diríase que el pueblo se ha incendiado, que una mano invisible y poderosa lo ha convertido en inextingible hoguera.

El cielo ha abierto surtidores de fuego y el volcán ha roto sus diques. Los genios de Vulcano alborotan en el aire de la noche sus encrespadas cabelleras luminosas, y la noche misma es como la propia cabeza de medusa hecha de rayos y deslumbramientos. Entre cortina de luz, el Gran Hotel Taoro parece hecho de alabastro y de carmín.

Y cuando aquella aurora boreal  va a extinguirse totalmente, el Cristo del Gran Poder, sereno, morado, impotente, luminoso y mudo, entra en la iglesia Parroquial del Puerto de la Cruz  

 (Artículo del investigador portuense Sebastián Padrón Acosta, primo de mi padre, Benjamín Afonso Padrón. Publicado en 1944 con motivo de las  Fiestas del Cristo del Gran Poder y la Virgen del Carmen).

                En el recuerdo de un hijo Ilustre: don Tomás de Iriarte y Nieves Ravelo

Reproducción de una carta dirigida por don Tomás de Iriarte y Nieves Ravelo al Alcalde Real, don Pedro Franchy; fue escrita un mes antes de su muerte, acaecida el 17 de septiembre de 1791(Arch. Puerto de la Cruz)

              Muy Sr. mío: considero un deber patriótico dirigirme a Vm. para que se sirva hacerlo presente a mis paisanos, el reconocimiento más profundo que he experimentado el saber por cartas de Vm. que ellos se interesan por mi salud y quiero demostrárselos acompañando 20 ejemplares de mis obras publicadas para que se moleste en distribuirlas entre la juventud estudiosa de ese mi querido pueblo natal, al que le profeso igual amor que el que rinde un buen hijo a su madre a pesar de tan larga ausencia que llevo apartado de él.

           Si consigo sanarme, les prometo visitarles. Dios mediante en no muy lejana época y entonces, cumpliré con estrechar una vez más en mis brazos a todos y postrarme ante el Sr. del Gran Poder a quien ofrecí solemne promesa y rendida gratitud desde mi infancia.

          Soy de Vm. su mejor amigo y paisano, no dudando conserve la poesía que le adjunto, que leerá cuando tenga oportunidad a esos benéficos habitantes, disimulando tanto solo no haber podido suscribirla con mi propia mano cual era mi deseo y satisfacción.

                                          Canto a mi pueblo
                     
                                        Junto al mar siempre agitado
                                        Y en el Valle de Taoro
                                        Se alza un pueblo, que de oro
                                        La vid hizole agraciado
                                        El, recuerdo, fue mi encanto
                                        Al ver mis ojos la luz...
                                        Y a él le ofrezco este canto
                                        Por ser Puerto de la Cruz
                                        Solar a quien quiero tanto.
                                
                                        ----------------------------



                                    Nuestra Señora del Carmen 

Clementina Calero Ruiz

Antiguamente se veneraba en la Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia una imagen de la Virgen del Carmen, de media talla, cuyo autor era el escultor de La Orotava, discípulo de José Luján Pérez, Fernando Estévez de Sacramento (finales del siglo XVIII y primeros años del XIX). Más tarde y al colocarse la imagen actual, ésta pasó a la Ermita de San Telmo y de aquí, creemos, al convento de San Francisco de esta ciudad.
La Virgen del Carmen que hoy tenemos, en nuestra iglesia es obra del imaginero portuense Ángel Acosta Martín. Se trata de una talla completa, realizada en Tortosa y entronizada el día 19 de marzo de 1954. Se decía que el escultor había tomado como modelo a una joven del Puerto de la Cruz.
Se encuentra colocada en un retablo que había sido donado a la iglesia del convento de Nuestra Señora de las Nieves, pero al quemarse dicho edificio, el retablo pasó al lugar donde hoy se encuentra. Se piensa que el autor fue el francés Guillermo Vernaud y realizado  hacia la primera mitad del XVIII, y conocido con el nombre de Retablo Valois, por ser de donación de don Bernardo de Valois, natural de Waterford (Irlanda), de aquí que aparezca en el remate un lienzo que representa a San Félix Valois visitado por la Virgen acompañada de una corte de ángeles, sobre el lienzo aparece grabado el blasón de Irlanda con el lema de "Hiberna semper", ( hiberna fue el nombre de Plinio "El Viejo" le dio a Irlanda). Esta obra está realizada en madera de Flandes, sin policromar presentando una gran decoración a base de motivos vegetales, carteles, etc. Consta de un solo cuerpo y remate, y dividido en tres nichos y hornacinas separados por estípites. En el central tenemos la imagen que hemos venido tratando; a la izquierda un pequeño San Sebastián de escuela canaria y tal vez de fines del siglo XVII y a la derecha Santa Catalina, de factura moderna.
                                  
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                                           La Virgen del Carmen
                            
                                                                    César González Ruano                                  

                                  "Yo guardaré siempre en el álbum
                                  de mi memoria las estampas excepcionales
                                  que me ha brindado en mi visita al Puerto
                                  de la Cruz y quisiera volver a visitarlo
                                  durante sus fiestas de julio en que se
                                  celebran las veneradas imágenes del
                                  Gran Poder de Dios y de la Santísima
                                  Virgen del Carmen, para poder asistir,
                                  sobre todo, a la procesión marítima y
                                  carmelitana, para presenciar el paso de
                                  sus imágenes por el típico barrio de
                                  San Felipe".   

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                        Las imágenes de San Telmo y Buen Viaje: Su fiesta

Antonio Ruiz Álvarez
*investigador

Fue en la noche del diciembre de 1778 cuando se ocasionó el trágico incendio que devoró una buena parte del Convento Dominico, destruyendo para siempre la Ermita que el año de 1626 los marinos de este puerto habían construido, dedicándola a su Patrón, San Pedro González Telmo.

La imagen del Santo se hallaba colocada en una de las hornacinas del Altar Mayor en el retablo de la Virgen del Rosario. Por un inventario que del tal convento conservamos, sabemos que San Telmo ocupaba "el nicho de la mano derecha pintado en colores, con un velo carmesí" y que sólo tenía como suyo propio el hábito, que le había dado de limosna el fraile Bartolomé de la Madre de Dios, la capa y una vela de madera pintada.

Esta primitiva imagen del Santo fue pasto de las llamas, salvándose del Buen Viaje que pasó a la iglesia parroquial ocupando la hornacina central del "Retablo de Mareantes" (hoy del Corazón de Jesús), construido en el año de 1713 bajo la mayodormía de don Juan Francisco Ferrera.
La imagen de Nuestra Señora del Buen Paso, que costó quinientos siete reales y es la que hoy se venera, no es la primitiva sino la que donó en el año de 1773 junto con la de San Telmo, el entonces mayordomo don Jerónimo Luis Román.

El acta que hace referencia a la celebración y costo de su feria la levantó en la parroquia ermita el escribano don Gabriel del Álamo y Viera el día 13 de septiembre de 1773 en presencia del párroco don José Manuel Cabeza, del Capitán de Mar don Cristóbal de la Oliva y del también Capitán de Mar don Manuel Rijo, el Alférez don Pedro Ugarte y los veinte "mareantes" que componían su gremio. En ella se hace constar que "por cuanto tienen como tales Mareantes y que tuvieron sus ascendientes pacto y convenio para hacer la festividad de dicho señor San Pedro Telmo en esta su ermita todos los años, y para este culto y manutención de dicha ermita contribuían con el uno y medio por ciento de todo lo que por razón de barcos y compañías ganan, y que como muchos no podían sufrir su costo, habiendo hecho juicio de ver como hacen esta celebración a poca costa y que tengan su permanencia en lo futuro que la celebración de dicha festividad de San Pedro Telmo se haga y costee con los demás gastos de ermita y culto de lo que se recaude del dicho uno y medio por ciento desde dicho día en adelante, así como lo que costare la fiesta de Ntra. Sra. del Buen Viaje, que nuevamente se halla colocada a costa de don Jerónimo Luis Román, vecino de este lugar, en el nicho y altar en que estaba la imagen antigua y que la dicha festividad no puede exceder de trescientos setenta y dos reales y dos cuartos, que es lo que costó este mismo año".

Y en esta conformidad se obligan a todo lo que dejan propuesto con sus personas y bienes, y a sus sucesores, presentes y futuros".

"Así lo dijeron, acordaron y firmaron los que supieron y lo que no, los testigos que se hallaron presentes".
                               

viernes, 20 de abril de 2012

El Bar Fariña y las desventuras de algunos personajes de La Orotava


Por Benjamin AFONSO

De José H. Chela, al que me unía gran amistad hasta el día de su fallecimiento, guardo buenos recuerdos.Y es que los dos pasamos parte de nuestra juventud en La Orotava. Era otro tiempo y, por supuesto, una sociedad bien distinta a la actual. Los dos llegamos a trabajar en el desaparecido periódico La Gaceta de Canarias. Me pidió entonces que escribiera sobre algunos personajes populares de La Orotava. Y es que Chela, que un buen día decidió dejar la Villa para residir en Santa Cruz nunca dejó de visitarla, cosa que hacía con alguna frecuencia. Nos encantaba acudir a los pocos "güachinches" y bares  que aún mantenían sus puertas abiertas, los mismos donde habíamos vivido episodios y anécdotas juveniles. Después de tantos años ahora  recuerdo su petición, y aunque ya no está entre nosotros intentaré cumplir su encomienda..

Pero, ¿por dónde empezar el recuento...?A mí me parece que por el principio, y éste, está vinculado, ¡faltaría más!, al Bar Fariña.
Por supuesto que entre mis papeles tienen que haber apuntes. Pero, ¿en qué misterioso lugar se hallan las dichosas anotaciones...? Lo mejor es olvidarse de ellas porque nunca he podido trabajar con un fichero delante y, además, no valdría la pena pues no me propongo otra cosa que, como ya he dicho, evocar a unos personajes a quienes, de una u otra manera, Chela y yo conocimos y tratamos allá por los años 60. Empecemos, pues, el recorrido por entrar en el Bar Fariña en busca de Alfonso "Pîlili" que, afortunadamente, según me dicen, aún vive. Nuestro personaje se había hecho construir un carro de madera que utilizaba para transportar determinadas mercancías para los clientes por encargo de los comerciantes de la época.
 Por lo tanto, bien mirado, "el Pilili", sin saberlo, creó la primera empresa de mensajería de La Orotava. Muchos eran los trabajos encomendados. Un día, alguien le comunicó que doña Carolina Rivero, propietaria de una tienda de telas en la calle La Carrera, requería sus servicios. Como era su costumbre, nuestro hombre acudió rápido y veloz a la llamada. Al llegar, se encontró con la buena señora desconsolada y compungida porque se le había muerto su precioso gato. El servicio era bien sencillo: trasladar el gato muerto en el carro y darle sepultura en una de las fincas que había en las afueras del pueblo. "El Pilili" preparo el cuerpo del pobre animal, lo metió dentro de una caja de cartón y, después de cumplir tan sagrado encargo, regresó raudo a cobrar sus servicios.
Al llegar, doña Carolina, sin mediar palabra, le entregó como pago una moneda de cinco pesetas. "El Pilili", sorprendido por la escasa cuantía exclamó: ¡Sólo cinco pesetas...!Doña Carolina le miró de arriba abajo y le dijo: "Alfonso, considero que estas bien pagado..." Fue entonces cuando "ElPilili", que tiene una agudeza extraordinaria, le espetó: "Oiga, señora, tenga en cuenta que lo del gato fue un entierro de primera".

"El Cubanito"
Por estos mismos contornos andaba Vicentillo "el cubanito". Hombre rebelde donde los haya, inquieto, disconforme, desconfiado de los buenos consejos que le daban sus amigos y, por supuesto, "morrudo" como ninguno. Nuestro hombre, no entendía muy bien porque las palomas que se posaban plácidamente en los cables de la luz eléctrica que pasaban por la azotea de su casa no les daba corriente. No le convencían los argumentos de su amigos que, si bien tampoco le explicaban este hecho, si le recomendaban que no se le ocurriera tocar los dichosos cables porque sería fatal.
"El cubanito", que no estaba hecho para aceptar los consejos de nadie, un día, que tenía unas "perras de vino" encima, quiso experimentar en carne propia esa teoría y así desentrañar el misterio que tanto le atormentaba... Ni corto ni perezoso, trepó sobre el muro de la azotea, miro fijo a las palomas y, sin pensárselo, su enorme mano sujeto los cables. La reacción no se hizo esperar, nuestro personaje recibió una descarga eléctrica de tal calibre que voló por los aires y, su cuerpo maltrecho cual don Quijote cuando arremetió contra los molinos de viento, fue a dar a una finca contigua a su casa, donde, afortunadamente, habían depositado una gran cantidad de pinocha. Gracias a un vecino que observó atónito el vuelo aéreo de "el cubanito", escapó sin males mayores. Lo que no pudo evitar es que las dos manos sufrieran grandes quemaduras de las que tardó varios meses en curarse.    

El Bar Fariña
Volviendo al Bar Farina, decir que fue el centro y escenario de innumerables anécdotas anteriores a los años 60 y por donde pasaron muchos personajes de la época. Téngase en cuenta que abrió sus puertas en 1922, regentado entonces por Miguel Fariña como Café Económico. Luego,  lo continuó Ramón Fariña Ledesma y años más tarde, en 1937, José Fariña Hernández, padre de Manolo Fariña, actual propietario y amigo de sus amigos.
Eran tiempos de guerra y luego de postguerra, cuando un litro de vino costaba 3,50 pesetas y una buena copa 1,25, sin olvidar que un buen rico cherne traído de Puerto de la Cruz se podía saborear por el precio módico de 1,50 pesetas.
En aquel tiempo, al Bar acudían los oficiales del ejército porque, a unos cuantos de metros, se encontraba el cuartel de San Agustín. Eran, digo, otros tiempos. Allí se bebía, se fumaba y se jugaba a las cartas hasta altas horas de la noche, casi hasta el amanecer. Y algunos, tal era el vicio, llegaron a perder fincas, casas y coches apostando en el juego...
Y el Bar sigue guardando historias más recientes, como las de "Pepe el Cañón", sochantre que fue durante muchos años del templo de Nuestra Señora de la Concepción; y las de Agustín "el gigante". Bien mirado, los dos eran amantes de la música. El primer del piano y el segundo del timple. Ambos eran simpáticos, amables, cordiales, dispuestos al diálogo y admiradores de Baco.
Un día, el párroco de la Concepción, Leandro Medina, sabedor de tal debilidad avisó al bueno de Pepe con bastante antelación para que acudiera a las honras fúnebres de un señor de la alta sociedad de La Orotava.
El sacerdote creyó oportuno darle a los funerales la mayor solemnidad posible. Pero pasaba el tiempo y el féretro no llegaba a la hora convenida. "El Cañón", que se encontraba solo, aburrido y cansado de tanta espera ante el órgano, observando que el templo estaba solitario, decidió interpretar un "pasodoble". Fue tal su entretenimiento que no advirtió que la comitiva fúnebre empezaba a entrar en la iglesia. El follón fue mayúsculo y la reprimenda del párroco no se hizo esperar.
Nuestro hombre tiene muchas anécdota. Dicen que formó parte de la Orquesta Orotava y que, en cierta ocasión, contrataron sus servicios para amenizar las verbenas de las fiestas de San Sebastián de La Gomera. Sus compañeros dicen que le vieron bajar del barco. Luego, no se supo más de él. Apareció en La Orotava a las dos semanas. El resultado fue la expulsión definitiva de aquel grupo musical, con reprimenda incluida.
Y en el Bar Fariña se hablaba de lo divino y de lo humano. En él se creó el grupo Teatro La Palestra, que dirigió José H. Chela. En ese "parto" estábamos presentes: Anibal Martín, Paco Polo y un servidor, además del propio Chela. Aprovecho la ocasión para aclarar a algunos que han escrito sobre La Palestra, que Miguel Ángel Martín nunca perteneció al grupo y Paco Polo, en ningún momento fue  director.
En la década de los 70 Chela presenta en el Teatro Atlante de La Orotava una de sus obra:  El extraño mundo del ciudadano Strumb, con gran éxito de crítica y público.

Agustín "el gigante" 
Con la muerte de Agustín el "gigante", La Orotava perdió uno de sus mejores intérpretes del timple. Era todo un maestro. Asiduo de Casa Mereja, casa de comidas donde, muchas noches entre folías, isas y malagueñas, se saboreaban las exquisitas arbejas, especialidad de la casa.
Tal era el amor que el "gigante" le tenía al pequeño instrumento que había dicho a su familia que cuando muriera lo enterraran con él, cosa que así se hizo.
Años más tarde, Juanito Otazo, que había sido vocalista de la orquesta Orotava, volvió de Venezuela. A su regreso siguió cantando en el Puerto de la Cruz, concretamente en el Bar Oasis, ya desaparecido. Alvaro Foronda y él formaban un buen dúo. Otazo tenía colgado un cuadro en una de las paredes de la entrada de la Casa de la Cultura de La Orotava. Era una pintura abstracta que quedó dañada en uno de los incendios que se produjo en el edificio. Suceso que alguien aprovechó para librarse de cosa tan horrible, pues aquella obra colocada en la entrada principal del edificio producía a los visitantes un rechazo visual poco frecuente. 
Todos estos personajes, en suma, pertenecieron, por muchas razones, a una etapa que dio flor de muchas anécdotas. Y no se sabe si cuando se escriba la historia de estos hombres un poco atrabiliarios, un poco serviciales y un mucho aficionados al "morapio", que disfrutaban  de extensa popularidad, será preciso echar mano a la cronología. Tal vez, la mejor historia es la que no tiene fecha. Como la de "Jalisco", un honrado trabajador del campo y mandadero de pequeños encargos.... Del traslado de un somier, por ejemplo. Y farfullando bajo el peso del somier y del implacable sol del verano comentaba: "Lo que son las cosas, uno sudando para que otros duerman a gusto..." Y la gente se reía, y Jalisco, con ello, sentíase feliz porque nada hay tanto que estimule al hombre como la risa.

sábado, 14 de abril de 2012

El arte de la madera


Benjamín AFONSO

Es triste que un pueblo pierda sus tradiciones cuando éstas son tan bellas y útiles. Pero es mucho más triste cuando se apague, poco a poco, una tradición cuando aún están vivos algunos de sus protagonistas.Y esto es lo que ocurre cuando en el caso de los viejos y casi fabulosos muebles de la artesanía de La Orotava, que un día despertaron la admiración de las gentes en la I Exposición del Mueble de Artesanía, celebrada en la antigua sede del Liceo de Taoro, el 5 de abril de 1969.

Y es que puede pasar muchos años sin que nos acordemos de los magníficos muebles de artesanía que un día fueron el símbolo más representativo de La Orotava. Más, para los que conocimos, aún recordamos aquellas magníficas piezas elaboradas por maestros artesanos que, golpe a golpe de formón, iban tallado la madera hasta conseguir una serie de piezas de ebanistería de gran calidad  y perfecto acabado. Era una industria única, de la que vivía un gran número de familias.Y es que el trabajo de la madera en La Orotava, surgió con sus orígenes, por lo que se trata de una tradición más que centenaria.
Ahora, con la llegada de las nuevas tecnologías y los nuevos métodos de contratación laboral, la tradición va a menos, sostenida apenas por una docena de empresarios, empeñados en mantener esta especialidad para demostrar que esta labor no está muerta del todo. Lo que si ha terminado, con carácter definitivo, es el ambiente que rodeaba entonces a estas pequeñas industrias, cosa que no puede recuperarse de modo alguno, porque la vida no da marcha atrás.
Antes, en las calles de la villa, surgían por la necesidad de atender la demanda de clientes que exigían calidad artística. Parte de esta labor quedó reflejada en las puertas y ventanas de las antiguas casonas, palacetes y edificios públicos que conforman el recinto histórico artístico. Eran pequeñas empresas familiares que se instalaban en los "salones" de las propias viviendas, situadas en calles estrechas y empedradas, de los que salían los propios olores de las maderas, resinas y colas. Sirvieron como escuela de aprendizaje a muchos chicos de entonces, que se convirtieron en grandes maestros artesanales de la madera y que éstos a su vez han transmitido a generaciones más cercanas.


Aquellos aprendices captaron de sus maestros que, para ejecutar estas obras, era necesario mucha paciencia, dedicación, amor y gran habilidad para tornear tal figura en esa materia viva que es la madera. El pino, el barbusano, el roble, maderas tropicales traídas de la Guinea como el ébano, la teka, la caoba... Materia prima que sirvió  para crear verdaderas obras de arte, que, actualmente, forman parte del mobiliario del Ayuntamiento de La Orotava, del Liceo de Taoro y de las familias más pudientes, así como de un sinnúmero de visitantes extranjeros que las adquirían, no sin gran regocijo. Obras de estilo inglés, francés (modelos Luis XV y Luis XVI), así como también de estilo castellano. Su valor crematístico era elevado ya que una silla podía costar cerca de las 18.000 pesetas de entonces, y un dormitorio 500.000 pesetas. Hoy, cuarenta años después, éste último puede superar los 20.000 euros.

¿Quién no se acuerda de aquellos maestros carpinteros y ebanistas como Isaac Valencia (padre) enseñando a aquellos muchachos este oficio tan noble y artístico en su taller de la calle La Carrera? Estos artesanos no sólo tenían que tallar y esculpir la madera, sino que la tenían que dominar. Conocer de esta materia prima que, contenía tanta infinidad de variedades, expuestas siempre al cambio climático, cada pieza era única, cada creación podía ser similar pero nunca idéntica a la siguiente.

Estos trabajos hubiera sido imposible conseguirlos sin una serie de instrumentos que, todavía no había sufrido muchos cambios desde la Edad Media, eran imprescindibles. Hablamos de las diferentes clases de sierras para los diferentes tipos de corte, serretas y serruchos; cepillos que se utilizaban para suavizar y dar forma; formones y gubias que servían para vaciar y tallar; el berbequí, la barrena y el taladro manual, con sus brocas de varios tipos taladraban y perforaban; lijas, limas e instrumentos para medir y comprobar tamaños y alineaciones de los elementos. Todos ellos tenían que  ser empleados con suma maestría para llegar a culminar esas obras artesanales. Eran verdaderos virtuosos de su manejo, y este dominio lo transmitieron a sus discípulos que, a su vez, muchos de ellos supieron aplicarse, por lo que hoy en día pueden sentirse orgullosos de continuar con esta maravillosa tradición.

Aunque actualmente estas herramientas de trabajo han experimentado grandes avances, muy beneficiosos para poder cubrir todas las demandas del mercado; afortunadamente, hubo un número de maestros que preferieron continuar con la labor artesanal y evitar que se perdiera definitivamente la identidad de esta profesión.
  
Y se le reconoció su arte

Comentábamos que la primera exposición de muebles de artesanía se celebró en el Liceo Taoro el 5 de abril de 1969.  En ella, presentaron los trabajos los empresarios: Isaac Valencia Pérez, Isabelino Martín Díaz, Antonio Delgado Delgado, Francisco Escobar Rodríguez, Juan Estévez Rodríguez, Ismael Guzmán Afonso, José A.Hernández González, Cándido León Cabrera, Fernando Linares Méndez, Domingo Hernández Rodríguez, Adolfo Padrón Hernández, José Ramos Rodríguez, Arnoldo Rodríguez Pérez, Leonardo Ruiz Escobar, Juan Padrón Escobar y Agrícola Rodríguez.
Además, presentaron detalles arquitectónicos: Manuel García Villar, Ángel García Martín, Juan y Pablo Hernández Báez, Luis García Delgado, Ángel García Trujillo, Matías Hernández Pérez, Manuel Martín Méndez e Isaac Quijada Lima.

Las crónicas de entonces, publicadas en los distintos medios de comunicación de la provincia  recogen que "la muestra resultó muy concurrida y se puso de manifiesto las excelencias de los artesanos de la villa como artífices del bien ganado prestigio en cuanto a las obras expuestas".
El evento estuvo presidido por el entonces Gobernador Civil Mariano Nicolás García, y en representación del Obispo de la Diócesis, el Arcipreste del distrito Leandro Medina Pérez. Asimismo, asistieron el Rector de la Universidad de La Laguna Jesús Hernández Perera; el Consejero Nacional del Movimiento, Procurador en Cortes y presidente del Colegio Nacional de Economistas, Rafael Díaz Llanos Lecuona; el presidente de la Audiencia, Ildefonso La Roche; Tomás Cruz García, en representación del Cabildo insular de Tenerife; el Subjefe Provincial del Movimiento, José Estévez Méndez e Isidoro Luz Cárpenter, que entonces era presidente de la Mancomunidad del Valle de la Orotava; y los alcaldes de Puerto de la Cruz, Los Realejos y La Orotava, Felipe Machado del Hoyo, Evelio Jiménez Fregel y Juan Cúllen y Lugo, respectivamente.
 Como presidente del Liceo de Taoro figuraba Vicente Miranda, así como el general Lorenzo Machado y Méndez Fernández de Lugo, distinguido Hijo de La Orotava; la princesa Carolina Matilde de Dinamarca; el Dr. Jurista Hans Breitenstroter, consejero del Ministerio de Comunicaciones del Gobierno Federal  Alemán; el vicepresidente del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, Juan Méndez Reverón y otras personalidades.

Preservar la tradición  

El periodista Gilberto Alemán decía "que esta exposición tiene un interés muy grande porque podría ser un primer paso muy importante para el futuro desarrollo de la artesanía orotavense. En todas las obras expuesta aparece un alto interés artístico, no sólo para la propia isla, sino que se proyecta fuera de ella, ya que numerosos extranjeros adquieren estas piezas de ebanistería para enviarlas a su país".
Además Alemán pedía a los artesanos que se organizaran para optar a las interesantes ayudas oficiales", cosa que hoy resulta imposible.


jueves, 12 de abril de 2012

De los coches de caballo, del tranvía y de otras cosas de La Orotava

              
                                   


Por Benjamín AFONSO 

Ahora, cuando el funcionamiento del tranvía del área metropolitana es una realidad y se anuncia los proyectos de los trenes para el Norte y Sur de la Isla, no sería descabellado evocar algunos retazos de las comunicaciones entre Santa Cruz y La Orotava.Ya en 1885, de la Plaza del Hospital Militar de la capital tinerfeña, salía un coche tirado por seis caballos que llegaban hasta el municipio de Icod, con relevos en La Laguna, La Matanza, en donde María "la manca" servía cuatro abundantes platos con vino a discreción por sólo dos pesetas, y en La Orotava Juanito "el gorgojo". El viaje comenzaba a las tres de la tarde y terminaba a las 12 de la noche.

De los coches de caballo, del tranvía y de otras cosas de La Orotava 
El servicio era propiedad de la familia Buenafuente, y algunos de aquellos carromatos, como no podía ser menos, tenían nombre propio: "La Fama", "La Matanza", y "El Fomento", entre otros. La prensa de entonces se hacía eco de este nuevo servicio, destacando que más de 16.000 viajeros realizaban este recorrido.
En La Orotava, el coche de caballo no solo fue decisivo en las comunicaciones sino que jugó un importante papel en el transporte de las mercancías. Muchas de las familias más pudientes eran propietarios de landos, que lo utilizaban para trasladarse de un lugar a otro del pueblo... Y llegó 1898, y con él se redactó un proyecto de tranvía eléctrico de Santa Cruz a Icod de los Vinos con sus correspondientes ramales en La Orotava y el Puerto de la Cruz. La idea iba a suponer una verdadera revolución en las comunicaciones insulares.
Según cuenta Martínez Viera, el proyecto fue informado favorablemente por el Gobierno Civil y por el Ayuntamiento capitalino, y hasta el general Weyler, en el transcurso de un acto celebrado en el Teatro Guimerá, brindó porque fuese una realidad la idea de don Miguel H. de Cámara, autor de esta iniciativa. En una primera actuación, se pretendía construir una central eléctrica y un garaje en la Cuesta. Los trabajos se prolongaron algo más de un año y fueron ejecutados por Tranvías Eléctricos de Tenerife S.A. 
El primer tramo, entre el muelle de Santa Cruz y la Iglesia de la Concepción de La Laguna, se inauguró el 7 de abril de 1901. Tres años más tarde, en 1904, la misma empresa acometió  la segunda fase de La Laguna a Tacoronte, servicio que entró en funcionamiento el 27 de julio del mismo año. Pasa el tiempo y el proyecto original de Cámara, nunca se hizo realidad en el tramo Tacoronte e Icod, porque en 1902 llega la primera línea de "guaguas" entre La Laguna y La Orotava.

Una nueva historia  
Y con los coches de motor empieza una nueva historia. En las calles, plazas, rincones y alamedas de La Orotava aún se palpa, mejor que en ningún otro lugar, la historia rica en episodios y anécdotas.
Ahora damos un pequeño salto en el tiempo, lo justo para llegar al año 1917, situarnos en otro siglo y detenernos en el hotel El Suizo, establecimiento situado en la calle García Beltrán, donde se hospedaron representantes del comercio, profesionales, turistas, artistas y militares del acuartelamiento de San Agustín. Años más tarde, en 1943, fue propiedad de Nazario García Pérez... Y pasó el tiempo y el edificio se vendió en dos partes. La primera, a la familia Fuentes, y la segunda la adquirió un tal Deogracias hasta que, por fín, lo compró Francisco Polo Verdugo, un malegueño que llegó a La Orotava con el Batallón de los Borbones y continuó con él hasta los 80.

El inmueble tiene dos plantas de altura y en sus orígenes, en 1917, tenía su entrada por la calle Calvario con 10 habitaciones, café, baño, servicio, comedor, cocina, despensa, y oficinas. La segunda planta, con dos entradas por la calle García Beltrán, una de ellas para el servicio, donde había siete habitaciones, carbonera, cuadra y patio.
Cuentan que el establecimiento era punto de encuentro y tertulias, reuniones de intelectuales e industriales de entonces y que, en alguna que otra ocasión se llegó a celebrar algún que otro "sarao" con gran animación.
En las noches frías de invierno, al hall acudía Camilo Padrón Bethencourt, que era propietario de la fabrica gaseosa y hielo El Drago. Los que hemos pasado el meridiano de la vida recordamos aquel destartalado camión, subiendo por las calles de la villa, lleno de cajas de gaseosa y sifones para los clientes...Aquella imagen está aún en el recuerdo de muchas gentes.
Con Camilo estaban los comerciantes Casiano García Feo y Antonio Hernández Díaz, así como los taxistas Miguel Toste Carrillo, Justo Hernández, Agrícola Hernández y Cristóbal González, junto con otros habituales. Allí se comentaban las últimas noticias de la villa, especialmente las publicadas en los periódicos El Norte y El Valle, editados en la imprenta de Herreros y en donde publicaban sus trabajos Vicente Miranda, Juan Correa, José Lugo Massieu, José Morales Clavijo y Benjamín Afonso Padrón, mi padre. La imprenta se encontraban en una de las calle que circundan la iglesia de La Concepción.
La verdad es que El Suizo fue a menos, estuvo dedicado a cafetería hasta que cerró definitivamente.
No obstante, El Suizo, fue entonces uno de los más importantes de La Orotava, junto con el hotel Victoria. Su importancia se demuestra por el alto número de personal de servicio, donde figuraba doña Imelda Hernández de los Remedios, que era la encargada de la indumentaria y del personal de servicio del comedor y, además, disponía de ayudante. Su sueldo, en los últimos años, sin seguro, era de 60 pesetas al mes. Además, Elisa Delgado, cocinera fija, don Manuel Barreto, frega- pisos, empleado fijo (hoy, en el argot se denominaría ballet); Gaudelia, mujer de la limpieza. El hotel disponía además de una lavandera y una panadera, que eran fijas. Esta última ganaba tres pesetas diarias. Asimismo, disponía de costureras y planchadoras.

La Sacristía
Una de las dependencias de El Suizo se denominada la "sacristía". Se trataba de un café que tenía acceso por la calle El Calvario. Allí, también, se celebraban tertulias con la asistencia de los citados, además de Casiano Díaz Vivas, Bernardo Hernández León, Antonio Monteverde, Juan González Martín, Antonio Sosa Hernández, Nazario García Pérez, Ángel Díaz García, Emilio Luque, José García, Lugo Massieu, Juan Padrón, José´García Mederos, Antonio Hernández Díaz, Miguel Yanes, Miguel García, Manuel Cruz y Manuel Yanes... Las tertulias, que eran muy frecuentes, se trasladaban también a la finca La Baranda, en el municipio de El Sauzal, pero no por disfrutar de la magnífica climatología del lugar, nada de eso. Era por degustar los vinos cuando alcanzaban su punto. La finca era propiedad de Tomás Reyes.
La verdad, es que El Suizo nunca perdió el interés para los que, de una manera u otra, estaban relacionados con el mundo del arte. Ignoro ahora los asiduos, pero hace unos 40 años, una gran parte de la juventud intelectual de entonces, dieron continuidad a las tertulias del pasado siglo.
Alguna que otra noche, el grupo de teatro La Palestra que dirigió José H. Chela ensayaba obras de teatro como Esperando a Godot, representación que se hizo en la Universidad de La Laguna en 1970, concediéndoleme el jurado el primer premio de interpretación como mejor actor. Además se preparaban recitales poéticos de Miguel Hernández y García Lorca... Los actores: Paco Polo, Anibal Martín, Eulogio Anceaúme, Tomás Amador, Antonio Polo y José Ángel Dorta nos dábamos cita cada noche en El Suizo... !Que tiempos aquellos...¡ Y por allí pasaba el sacerdote salesiano Víctor Rodríguez Jiménez, que andaba aquellos años por los altos de La Orotava ayudando aquellas pobres gentes que vivían entonces en la mayor de las miserias, cosa que le costó más de un disgusto con las autoridades de la época, pues lo tenían catalogado como un sacerdote "sospechoso del régimen". Y uno recuerda como en esa labor social y cristiana perdió la vida la joven universitaria María Nélida Sarmiento Suárez, en un accidente de circulación.
El Teatro Atlante
En 1832 se inauguraba en La Orotava el Teatro Atlante, que además tenía anexa una cancha deportiva. Para celebrar tan importante acontecimiento, Antonio García, propietario de ambas instalaciones, ofreció un espectáculo por todo lo alto, con velada de lucha canaria entre Pancho Camurria y el Pollo de La Orotava.
Las viejas crónicas dicen de Camurria que, cuando se media en los "terreros" con los más diestros campeones, nunca le abandonó la sonrisa. Hombre corajudo y sereno, como la nube que oculta el rayo, así fue en los "terreros" históricos de la lucha canaria.
Asimismo hubo combate de boxeo. La prensa de aquellos años se hizo eco de lo exitoso que resultó el programa, ya que fueron muchas las personas no pudieran presenciarlo por la cantidad de público que llenaba el aforo.
Con el paso de los años el edificio jugó un papel importante en la vida social, cultural y deportiva de la villa. Allí se proyectaron las grandes películas de la época. Los domingos, una hora antes, la chiquillería formábamos una larga cola esperando a que el bonachón de Morales hiciera su aparición para abrir la taquilla y vendernos la correspondiente entrada.
No menos importantes fueron las representaciones teatrales que allí se celebraron. La compañía de María Teresa Pozón, allá por los años 60, venía a la villa con mucha frecuencia, a poner en escenas algunas obras. Sería imposible enumerarlas, pero recuerdo: "La rica loca", de Adolfo Torrado; "Su desconsolada esposa", o "Una Noche Buena en el cementerio"... Autores como Miguel Mihura, Alfonso Paso, Jacinto Benavente, los hermanos Álvarez Quintero entre otros, deleitaron al publico de la villa.
Y con la compañía de teatro llegaban actores como Antonio Cintado. Su experiencia y veteranía era tal que era capaz de entrar a escena después de haberse "soplado" varios litros de vino y nunca se equivocaba, o por lo menos era magnífico improvisando el guión. !Qué hombre aquel...¡ Tenía una memoria prodigiosa y unos reflejos envidiables a la hora de interpretar el personaje de turno.
Cintado se supo ganar el aprecio de las gentes de esta parte de la isla, especialmente de los habitantes de La Orotava. Tanto, que un día, unos amigos le ofrecieron un homenaje, y le encargaron que él mismo hiciera la compra del menú elegido para tan importante ocasión... Dicen que la factura fue de "meneo", porque el homenajeado escogió para la ocasión los productos más caros y sabrosos, cosa que tuvieron que pagar sus amigos, no sin cierto disgusto... Y esto nos contaba él mismo con gran humor, allí, en El Suizo, mientras comentábamos algunas cosas del maravilloso mundo del teatro.
¿Pero qué queda de todo esto...? Muy poca cosa, muchos de los amigos se han ido, no está Chela, Paco Polo, Miguel Ángel Martín y otros...Ni siquiera el teatro Atlante. El Suizo cerró sus puertas hace años, y todo lo ha trastocado el tiempo con sus mudanzas y veleidades.