sábado, 5 de mayo de 2012

Mohamed Osman, un pintor egipcio en Tenerife

                               
Benjamín AFONSO 

Hace varios días estuve contemplando varios cuadros de Mohamed Osman. Los tenía un amigo colgados en una de las paredes de su despacho. No digo nada nuevo si afirmo que Osman se ha ganado en Tenerife un afamado prestigio como pintor. Contemplando estas y otras obras, se puede afirmar que pocos como el han sabido captar las esencias de nuestros pueblos. Sus cuadros han colgado de las mejores salas culturales. Sus exposiciones han recorrido la isla, y en cada una de ellas se aprecia como el artista recoge aspectos y detalles extraídos del entorno, del paisaje, en concreto de las calles, plazas, casas rurales y edificios del pueblo para convertirlos en la materia prima a partir de la cual el pintor egipcio refleja la luz y la atmósfera insular. Además, recuerdo que en cierta ocasión, mientras le hacía una entrevista me confesaba que "Tenerife era uno de los pocos sitios del mundo que todavía conserva el sentido humano".

Rebuscando entre mis apuntes me encuentro con una pequeña biografía de Mohamed Osman que dice: Nació en El Cairo en 1952, estudia en Roma, durante diez años, donde obtiene el grado de arquitecto por su Universidad, ingresa en la Academia de Bellas Artes y presenta con éxito varias exposiciones. Más tarde, durante el lustro 1981 a 1986, se traslada a Canadá, donde ejerce su profesión - arquitectura-  diseño y decoración-, obteniendo como pintor artístico el estatus de inmigrante independiente, realizando numerosos trabajos en estos campos para algunas empresas de este país y de Estados Unidos.

En 1986 viene a Tenerife donde trabaja, pinta y, lo que es más importante, se compenetra con el paisaje y el paisanaje. El artista se ha ganado el prestigio y un lugar destacado en el mundo del arte de la isla. Sus numerosas exposiciones en las salas de arte más importantes de Tenerife, así lo confirman todas las críticas.

En el año 1993, expone en el Circulo de Amistad XII de Enero de Santa Cruz de Tenerife; en 1994, en el Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, también de la capital tinerfeña y, en 1995, 96, 97, 98 y 99 lleva su obra hasta la Sociedad Cultural Liceo de Taoro de La Orotava, además de otro pueblos de la isla, lo que le ha valido que destacadas personalidades del mundo artístico le hayan dedicado elogiosos comentarios:..."es un pintor que nos retrata la visión real del paisaje, donde hay transparencias y sugerencias, donde el alma sensible del pintor sabe colocar en su justa medida la leyenda de una ventana o el silencio de una calle".

Los colores son los propios de esa madera gastada por las erosiones de los siglos o de esas tejas de barro donde ha discurrido el agua, dando vida a los verodes en centurias. Pintor de buena escuela, conoce las proporciones y los ángulos. Es discreto en el cromatismo y sincero", "...domina la luz de dentro y fuera de las islas, conoce sus secretos...", "no reproduce lo visible sino que hace visible lo que no siempre lo es".

Ahora, Osman trabaja y reside en Tenerife y ha descubierto que todo cuanto le rodea, incluido el detalle y el recoleto más insignificante, forma parte importante de su obra. Y es que pintar un paisaje no es describir unos accidentes.

Eso es fácil. Lo dificil es pintar un rincón de esta parte de la isla, es interpretar una manera de ser y de sentir, como lo hace Mohamed Osman en todos y cada uno de sus cuadros. Pero hasta conseguirlo son muchos los días y las noches que ha pasado en soledad por los mil y un vericuetos de la isla; son muchas las horas buscando una luz, un crepúsculo, "un sentido a la vida sujeta a un paisaje".

Convergencias de culturas   

En una de las pinturas adquiridas por mi amigo, aparece una antigua vista del pueblo del Realejo Alto. En ella figuran aspectos y detalles recogidos del entorno rural. En otra de su obras aparecen "los castellanos y los guanches, el Adelantado y el  Mencey".

Juan del Castillo nos comenta que tres son las culturas que convergen en la mirada pictórica de Osman: la egipcia, la latina y la sajona. A decir del crítico, Osman frecuenta "algunos de los rincones por los que hemos pasado infinidad de veces, que siempre han estado allí, pero en los que nunca hubiéramos reparado si Osman no nos hubiera llamado la atención, si no proclamara con su pincel su sobria belleza".

Estos óleos, significa el comentarista orotavense, "llevan implícitos mensajes, tienen valor testimonial, son grito callados de denuncia. Si algún día esas reliquias desaparecieran, seguirán viviendo en los cuadros osmanianos".
Por su parte, Salvador García introduce un nuevo matiz al ver en la obra de Osman un rasgo reivindicativo, "en clara disconformidad con el deterioro de las cosas, del hecho natural y de la propia obra humana". "Desde este punto de vista, la pintura del artista egipcio cobra un interés casi patrimonial".

  


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