Juan Manuel Huete, un poeta malogrado
Rebuscando
entre los viejos archivos, tropiezo con una poesía de José Manuel Huete García.
Lo conocí en un hotel de Los Realejos, hace ahora casi 30 años. Acudí allí
acompañado de su hermana Maite y del pintor orotavense Jesús Oramas. La primera
impresión que me produjo fue la de un hombre preocupado e interesado por todo
lo que le rodeaba y, en otros momentos; se mostraba esquivo, huidizo,
reservado, por lo menos conmigo. No así con Oramas, con el que mantenía una
amistad de muchos años. Ambos habían coincidido en numerosos actos culturales,
por lo que estudiaban organizar una exposición en el Instituto Estudios
Hispánicos del Puerto de la Cruz:
Pintura y Poesía, muestra que no llegó a celebrarse.
Con el paso
del tiempo y dado que José Manuel residía en Los Realejos, los encuentros con
él fueron frecuentes, lo que me permitió conocerlo mejor y mantener una
estrecha amistad. Por eso, si quisiera ahora escoger una palabra con la que
definir a José Manuel Huete García, escogería, entre muchas, una: generosidad.
Con los años
regresó a Madrid, donde consigue publiquen algunos libros de poesía. Pero sus
primeros éxitos se ven truncados por unos graves problemas de salud. A partir
de ese momento, el vigor, la entereza y las ganas de luchar se convierten en
desgana y apatía. Y así me lo hace saber en una poesía que me hizo llegar a
través de Jesús Oramas.
DESDE
DENTRO
¿Cómo negar el sufrimiento
Del leño
viejo
Si está
hecho de años?
¿Acaso
debería estar muerto?
¿Cómo
impedir que el olivo
Se retuerza
Si a mi
espalda
Le duele la
vida?
¿Acaso el
sol envidia su sombra ¿
La mirada
del bosque
En su
tristeza de malezas
Pisa la
tierra
Y observa
cómo
La raíz le
crece
¿Acaso el
alma se olvida
De cada paso
que camina?
Cómo evitar
Que el
viento del sur
Sea salvaje?
Acaso los
sueños se quietan
En el norte?
Si por
dentro
He de
escuchar el aire
De mi vida y
mi muerte
Todo al fin
Ha de estar
presente
Acaso soy
En algo
diferente
Con esta
poesía José Manuel presentía la llegada de la muerte, de su muerte. Y no se
equivocaba, a los pocos meses, su hermana Maite, me llama para comunicarme su
fallecimiento. Sólo decir que durante su vida se entregó a los demás, a cuantos
acudían en busca de su consejo apoyo. Inclinado a los gestos interiores,
dadivoso en su amistad, José Manuel Huete dejó en su epistolario, buena prueba
de esa entrega, de esa honda preocupación por los pequeños y por los grandes
problemas de sus amigos. Asimismo, estuvo dispuesto para entenderse con los
demás. Para no ofrecer aristas algunas. Y en esa línea, supo conservar ese
difícil justo medio del que hizo gala toda su vida. Y, sobre todo, para
pertenecer siempre a esa categoría de personas que conducen guiados por su
propia conciencia.
José Manuel Huete García
O F R
E N D A
Estos
pasos
Que estoy
dando
Sobre los bordes de mi mismo
No permitas
Que caigan
en el olvido
Me estoy
desnudando
Del material
egoísmo
De mi
esqueleto
Para que en
tu recuerdo
Solo quede
La raíz de
mi sentimiento
No te preocupes de las hojas ya secas
Que en las
esquinas
Se van
arremolinando
Que sólo son
el yo
Que para
seguir el camino
Me está
sobrando
Mira cómo
orgulloso
Se yergue el
tallo
Malherido
Y cien veces
cicatrizado
Pero con el
vigor
De su savia
Evitando
marchitarlo
Tómalo
Con la delicadeza
De tus manos
Y guárdalo
Junto a tu
costado
Que es lo
que está
reclamando
Antes que la
penumbra
Y olvido sea
Su último
paso