miércoles, 9 de mayo de 2012

El ayer y hoy de Puerto de la Cruz

Benjamín AFONSO

La avenida Colón de Puerto de la Cruz fue el motor principal de la industria hotelera de Canarias y de España. Aunque parezca mentira, en este sector portuense se gestaron grandes proyectos como el Complejo de Lago Martiánez, considerado en los años 70 una de las obras más innovadoras y atractivas del país, gracias a la intervención de César Manrique, que fue el director artístico de esta obra. Y este pequeño espacio portuense fue visitado por personajes tan importantes como Winston Churchill, Arístóteles Onassis, así como Josefina Baker. Y en torno a este lugar se desenvolvía también  la vida de los portuenses, que asistían atónitos al acontecer diario de una ciudad en pleno progreso.  

Luces y sombras de Martiánez

Y todo empezó de forma sencilla, espontánea. En la playa de Martiánez se presentaron un día unas europeas en bikini, y allí se armó el revuelo, el escándalo, los guardias, la gente, la moral, el albornoz, en definitiva, un jaleo.
Eran otros tiempos. Eran los primeros bikinis que desafiaban a cuerpo limpio el aire del Atlántico. Allí fue Troya y desde los sectores más conservadores de la época, como suele ocurrir siempre, se intentó frenar aquel desmadre.Pero la cosa no pasó de ahí y las vikingas, ignorantes de aquella lucha interna y con la connivencia de las autoridades, representadas entonces por el alcalde Isidoro Luz Cárpenter, seguían remojándose y dorando sus pechos blancos al sol mientras que los altavoces de los chiringuitos Agustín y Felipe se escuchaban músicas de aquellos tiempos, como Moliendo café   y otras torrefacciones del momento.  

Winston Churchill saliendo de Lido San Telmo.
No era cuestión de frenar aquella avalancha de gentes adineradas y hasta la guardia municipal estaba advertida de que se hiciera la vista gorda ante lo que parecía un ataque a la línea de flotación de la moral y a las buenas costumbres...

En poco tiempo la playa de Martiánez se puso de moda para los visitantes y residentes. Era, entre otras cosas, el lugar de encuentro de las gentes que acudían a refrescarse al Charco La Coronela, desplante municipal y gracia increíble donde muchos jóvenes aprendimos a nadar.

Y todo esto ocurría en 1958, cuando aún no existía el Complejo del Lago Martiánez, ni siquiera la Avenida Colón, aunque si la pista del Lido San Telmo regentada por José María Sotomayor Carmona y más tarde por Rudolf David Gilbert en las que una tarde entraron el primer Ministro inglés Winston Churchill acompañado de Aristóteles, que había arribado a la isla a bordo del yate Kristina, propiedad del famoso empresario griego, considerado uno de los más ricos del mundo...Y entonces el que fuera por aquellos años Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, no quiere perder la ocasión de conocer el Puerto de la Cruz, subirse a uno de los camellos de Lázaro y recorrer la zona de Martiánez bajo la mirada de Isidoro Luz.
El que fuera Ministro de Turismo Manuel Fraga Iribarne e Isidoro Luz, alcalde de Puerto de la Cruz

Eran tiempos en los que los visitantes que llegaban a la ciudad se consideraban grandes personajes, tanto de la política como del mundo artístico.

El Lido San Telmo era por aquellos años uno de los establecimientos más atractivos donde el incombustible Álvaro Foronda amenizaba los bailes cantando y dándole al piano y al acordeón hasta el amanecer...

Por esta misma fecha abría sus puertas el primer hotel,  El Bélgica, luego el Valle Mar, Las Vegas y el Tenerife Playa. Surgieron discotecas como el Cintra y el Golden Blue y Café Columbus, visitadas una noche por Julio Iglesias después de actuar en el Parque San Francisco sin cobrar ni una peseta porque alguien de la organización se había "mamado las perras", entregándole a su representante un talón bancario sin fondos. El cabreo de ´Julito´ fue descomunal y juró y perjuró que nunca más volvería por aquí...

Y llegó el alcalde Isidoro Luz y trazó la avenida Colón para poner orden y concierto entre los ambiciosos promotores, dispuestos a llevar las construcciones hasta los límites mismos del mar sin reparar en las consecuencias. Pero Isidoro Luz supo frenar aquellos planes y con visión de futuro  hizo de este lugar una de las zonas turísticas más importantes de Europa. Su visión de progreso era extraordinaria, llegando a proponerle al alcalde de La Orotava, don Juan Cúllen, su cuñado, la posibilidad de ampliar la avenida Colón hasta la playa del Bollullo. La propuesta, en principio, no parecía descabellada pero los inconvenientes y los desacuerdos entre los propietarios del suelo afectado hizo que se desechara la idea. Habría que preguntarse si ahora, esa propuesta correría la misma suerte, casi seguro que no.

¿Pero, cómo era el ambiente nocturno en esta parte de la ciudad...? Desde la calle y a través de las grandes cristaleras de los comedores de los hoteles que daban a la avenida se podía ver como los clientes acudían vestidos de etiqueta y eran atendidos por camareros profesionales. Luego, al final, muchos de ellos se repartían por los lugares de moda, especialmente en el Lido San Telmo, las discotecas o las pocas cafeterías que existían entonces. En todas ellas había un espectáculo, la mayoría con actuaciones de grupos folclóricos de la isla o flamenco, sin olvidar la música sudamericana.

Y en medio de este jaleo nocturno, se vivía un ambiente extraordinario en el que mi amigo, el pintor Jesús Oramas, recién llegado de París, cantaba en la Cafetería Oasis las canciones de Edith Piaf   como La Vie en Rose, acompañado al piano por Álvaro Foronda y el trompetista Manolo, que mantenía la sala expectantes cuando interpretaba la canción del Silencio hasta conseguir que los más sensibles se les pusieran los pelos de punta.

Foronda era un hombre entrañable y querido por todos y un veterano de la música, que vivió para el Puerto de la Cruz aportando lo mejor de su arte. De él me quedan muy buenos recuerdos y hasta semanas antes de su muerte siguió con su trabajo, acompañando a los numerosos espontáneos deseosos de cantar, algunos muy buenos, aunque la mayoría daba hasta pena. Pero como la cosa era pasarlo bien, todo era perdonable. Durante más de 30 años en la profesión Foronda vivió muchas anécdotas y experiencias. De una de ellas fui testigo... En cierta ocasión alguien se le acercó y le dijo que quería cantar el tango  Adiós a la Vida, de Carlos Gardel y, efectivamente, así fue porque aquel pobre hombre tuvo la mala fortuna de sufrir un infarto mortal.

El Lago Martiánez
Pero las condiciones que ofrecía el Lago de Martiánez a los visitantes y ciudadanos para el baño no eran las más idóneas, ya que la mayoría de las veces estaba llena de callados como consecuencia de las fuertes mareas que se producen en esta parte del litoral portuense. Era urgente buscar una solución al problema y ofertar una alternativa. Esto hizo que los políticos de la época, centraran su atención en la zona marítimo-terrestre donde habían unos 50.000 metros cuadrados.

Y llega 1967 y después de muchas vicisitudes se encarga a los ingenieros de Caminos, Canales y Puertos Juan Alfredo Amigó Bethencourt y José Luis Olcina Alemany el primer proyecto de Piscinas Municipales en esta zona.

La idea surge en el transcurso de una reunión celebrada en el Casino Puerto de la Cruz, a la que asistieron representantes del Ayuntamiento, del Centro de Iniciativas y Turismo, así como técnicos municipales y empresarios del turismo y la hostelería. El presupuesto presentado por los ingenieros era de 42 millones de pesetas, financiados por la propia institución local. Los trabajos se adjudicaron a Luis Díaz de Losada, incorporándose a los mismos César Manrique, quien aporta el elemento artístico capaz de conjugar la técnica y el arte para conseguir en todos y cada uno de los componentes que conforman la obra un aire típicamente canario.

Imagínense que los honorarios que recibió Manrique por su trabajo fueron de 450.000 pesetas, cantidad que a los políticos y empresarios les parecía ridícula,  pues en su opinión, si los comparan con los que habitualmente percibía eran irrisorios.
Además, César Manrique no solamente se dedicó al diseño sino que creó dos esculturas de gran valor artístico como el Hombre de los Alisios y La Jibia.

En septiembre de 1971 se inauguran estas instalaciones siendo alcalde de Puerto de la Cruz, Marcos Brito. Con este motivo la empresa constructora y el Ayuntamiento organizan un acto por todo lo alto actuando la célebre vedette internacional Josefina Baker.

1 comentario:

  1. Qué desgracia que este mismo alcalde (siendolo ahora de nuevo) y los que le siguieron en toda la época democratica, se hayan cargado el Puerto día a día, año a año. Y los empresarios que sólo han sabido vivir de los recuerdos sin buscar alternativas más actuales y más competitivas. Mayte

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