jueves, 12 de abril de 2012

De los coches de caballo, del tranvía y de otras cosas de La Orotava

              
                                   


Por Benjamín AFONSO 

Ahora, cuando el funcionamiento del tranvía del área metropolitana es una realidad y se anuncia los proyectos de los trenes para el Norte y Sur de la Isla, no sería descabellado evocar algunos retazos de las comunicaciones entre Santa Cruz y La Orotava.Ya en 1885, de la Plaza del Hospital Militar de la capital tinerfeña, salía un coche tirado por seis caballos que llegaban hasta el municipio de Icod, con relevos en La Laguna, La Matanza, en donde María "la manca" servía cuatro abundantes platos con vino a discreción por sólo dos pesetas, y en La Orotava Juanito "el gorgojo". El viaje comenzaba a las tres de la tarde y terminaba a las 12 de la noche.

De los coches de caballo, del tranvía y de otras cosas de La Orotava 
El servicio era propiedad de la familia Buenafuente, y algunos de aquellos carromatos, como no podía ser menos, tenían nombre propio: "La Fama", "La Matanza", y "El Fomento", entre otros. La prensa de entonces se hacía eco de este nuevo servicio, destacando que más de 16.000 viajeros realizaban este recorrido.
En La Orotava, el coche de caballo no solo fue decisivo en las comunicaciones sino que jugó un importante papel en el transporte de las mercancías. Muchas de las familias más pudientes eran propietarios de landos, que lo utilizaban para trasladarse de un lugar a otro del pueblo... Y llegó 1898, y con él se redactó un proyecto de tranvía eléctrico de Santa Cruz a Icod de los Vinos con sus correspondientes ramales en La Orotava y el Puerto de la Cruz. La idea iba a suponer una verdadera revolución en las comunicaciones insulares.
Según cuenta Martínez Viera, el proyecto fue informado favorablemente por el Gobierno Civil y por el Ayuntamiento capitalino, y hasta el general Weyler, en el transcurso de un acto celebrado en el Teatro Guimerá, brindó porque fuese una realidad la idea de don Miguel H. de Cámara, autor de esta iniciativa. En una primera actuación, se pretendía construir una central eléctrica y un garaje en la Cuesta. Los trabajos se prolongaron algo más de un año y fueron ejecutados por Tranvías Eléctricos de Tenerife S.A. 
El primer tramo, entre el muelle de Santa Cruz y la Iglesia de la Concepción de La Laguna, se inauguró el 7 de abril de 1901. Tres años más tarde, en 1904, la misma empresa acometió  la segunda fase de La Laguna a Tacoronte, servicio que entró en funcionamiento el 27 de julio del mismo año. Pasa el tiempo y el proyecto original de Cámara, nunca se hizo realidad en el tramo Tacoronte e Icod, porque en 1902 llega la primera línea de "guaguas" entre La Laguna y La Orotava.

Una nueva historia  
Y con los coches de motor empieza una nueva historia. En las calles, plazas, rincones y alamedas de La Orotava aún se palpa, mejor que en ningún otro lugar, la historia rica en episodios y anécdotas.
Ahora damos un pequeño salto en el tiempo, lo justo para llegar al año 1917, situarnos en otro siglo y detenernos en el hotel El Suizo, establecimiento situado en la calle García Beltrán, donde se hospedaron representantes del comercio, profesionales, turistas, artistas y militares del acuartelamiento de San Agustín. Años más tarde, en 1943, fue propiedad de Nazario García Pérez... Y pasó el tiempo y el edificio se vendió en dos partes. La primera, a la familia Fuentes, y la segunda la adquirió un tal Deogracias hasta que, por fín, lo compró Francisco Polo Verdugo, un malegueño que llegó a La Orotava con el Batallón de los Borbones y continuó con él hasta los 80.

El inmueble tiene dos plantas de altura y en sus orígenes, en 1917, tenía su entrada por la calle Calvario con 10 habitaciones, café, baño, servicio, comedor, cocina, despensa, y oficinas. La segunda planta, con dos entradas por la calle García Beltrán, una de ellas para el servicio, donde había siete habitaciones, carbonera, cuadra y patio.
Cuentan que el establecimiento era punto de encuentro y tertulias, reuniones de intelectuales e industriales de entonces y que, en alguna que otra ocasión se llegó a celebrar algún que otro "sarao" con gran animación.
En las noches frías de invierno, al hall acudía Camilo Padrón Bethencourt, que era propietario de la fabrica gaseosa y hielo El Drago. Los que hemos pasado el meridiano de la vida recordamos aquel destartalado camión, subiendo por las calles de la villa, lleno de cajas de gaseosa y sifones para los clientes...Aquella imagen está aún en el recuerdo de muchas gentes.
Con Camilo estaban los comerciantes Casiano García Feo y Antonio Hernández Díaz, así como los taxistas Miguel Toste Carrillo, Justo Hernández, Agrícola Hernández y Cristóbal González, junto con otros habituales. Allí se comentaban las últimas noticias de la villa, especialmente las publicadas en los periódicos El Norte y El Valle, editados en la imprenta de Herreros y en donde publicaban sus trabajos Vicente Miranda, Juan Correa, José Lugo Massieu, José Morales Clavijo y Benjamín Afonso Padrón, mi padre. La imprenta se encontraban en una de las calle que circundan la iglesia de La Concepción.
La verdad es que El Suizo fue a menos, estuvo dedicado a cafetería hasta que cerró definitivamente.
No obstante, El Suizo, fue entonces uno de los más importantes de La Orotava, junto con el hotel Victoria. Su importancia se demuestra por el alto número de personal de servicio, donde figuraba doña Imelda Hernández de los Remedios, que era la encargada de la indumentaria y del personal de servicio del comedor y, además, disponía de ayudante. Su sueldo, en los últimos años, sin seguro, era de 60 pesetas al mes. Además, Elisa Delgado, cocinera fija, don Manuel Barreto, frega- pisos, empleado fijo (hoy, en el argot se denominaría ballet); Gaudelia, mujer de la limpieza. El hotel disponía además de una lavandera y una panadera, que eran fijas. Esta última ganaba tres pesetas diarias. Asimismo, disponía de costureras y planchadoras.

La Sacristía
Una de las dependencias de El Suizo se denominada la "sacristía". Se trataba de un café que tenía acceso por la calle El Calvario. Allí, también, se celebraban tertulias con la asistencia de los citados, además de Casiano Díaz Vivas, Bernardo Hernández León, Antonio Monteverde, Juan González Martín, Antonio Sosa Hernández, Nazario García Pérez, Ángel Díaz García, Emilio Luque, José García, Lugo Massieu, Juan Padrón, José´García Mederos, Antonio Hernández Díaz, Miguel Yanes, Miguel García, Manuel Cruz y Manuel Yanes... Las tertulias, que eran muy frecuentes, se trasladaban también a la finca La Baranda, en el municipio de El Sauzal, pero no por disfrutar de la magnífica climatología del lugar, nada de eso. Era por degustar los vinos cuando alcanzaban su punto. La finca era propiedad de Tomás Reyes.
La verdad, es que El Suizo nunca perdió el interés para los que, de una manera u otra, estaban relacionados con el mundo del arte. Ignoro ahora los asiduos, pero hace unos 40 años, una gran parte de la juventud intelectual de entonces, dieron continuidad a las tertulias del pasado siglo.
Alguna que otra noche, el grupo de teatro La Palestra que dirigió José H. Chela ensayaba obras de teatro como Esperando a Godot, representación que se hizo en la Universidad de La Laguna en 1970, concediéndoleme el jurado el primer premio de interpretación como mejor actor. Además se preparaban recitales poéticos de Miguel Hernández y García Lorca... Los actores: Paco Polo, Anibal Martín, Eulogio Anceaúme, Tomás Amador, Antonio Polo y José Ángel Dorta nos dábamos cita cada noche en El Suizo... !Que tiempos aquellos...¡ Y por allí pasaba el sacerdote salesiano Víctor Rodríguez Jiménez, que andaba aquellos años por los altos de La Orotava ayudando aquellas pobres gentes que vivían entonces en la mayor de las miserias, cosa que le costó más de un disgusto con las autoridades de la época, pues lo tenían catalogado como un sacerdote "sospechoso del régimen". Y uno recuerda como en esa labor social y cristiana perdió la vida la joven universitaria María Nélida Sarmiento Suárez, en un accidente de circulación.
El Teatro Atlante
En 1832 se inauguraba en La Orotava el Teatro Atlante, que además tenía anexa una cancha deportiva. Para celebrar tan importante acontecimiento, Antonio García, propietario de ambas instalaciones, ofreció un espectáculo por todo lo alto, con velada de lucha canaria entre Pancho Camurria y el Pollo de La Orotava.
Las viejas crónicas dicen de Camurria que, cuando se media en los "terreros" con los más diestros campeones, nunca le abandonó la sonrisa. Hombre corajudo y sereno, como la nube que oculta el rayo, así fue en los "terreros" históricos de la lucha canaria.
Asimismo hubo combate de boxeo. La prensa de aquellos años se hizo eco de lo exitoso que resultó el programa, ya que fueron muchas las personas no pudieran presenciarlo por la cantidad de público que llenaba el aforo.
Con el paso de los años el edificio jugó un papel importante en la vida social, cultural y deportiva de la villa. Allí se proyectaron las grandes películas de la época. Los domingos, una hora antes, la chiquillería formábamos una larga cola esperando a que el bonachón de Morales hiciera su aparición para abrir la taquilla y vendernos la correspondiente entrada.
No menos importantes fueron las representaciones teatrales que allí se celebraron. La compañía de María Teresa Pozón, allá por los años 60, venía a la villa con mucha frecuencia, a poner en escenas algunas obras. Sería imposible enumerarlas, pero recuerdo: "La rica loca", de Adolfo Torrado; "Su desconsolada esposa", o "Una Noche Buena en el cementerio"... Autores como Miguel Mihura, Alfonso Paso, Jacinto Benavente, los hermanos Álvarez Quintero entre otros, deleitaron al publico de la villa.
Y con la compañía de teatro llegaban actores como Antonio Cintado. Su experiencia y veteranía era tal que era capaz de entrar a escena después de haberse "soplado" varios litros de vino y nunca se equivocaba, o por lo menos era magnífico improvisando el guión. !Qué hombre aquel...¡ Tenía una memoria prodigiosa y unos reflejos envidiables a la hora de interpretar el personaje de turno.
Cintado se supo ganar el aprecio de las gentes de esta parte de la isla, especialmente de los habitantes de La Orotava. Tanto, que un día, unos amigos le ofrecieron un homenaje, y le encargaron que él mismo hiciera la compra del menú elegido para tan importante ocasión... Dicen que la factura fue de "meneo", porque el homenajeado escogió para la ocasión los productos más caros y sabrosos, cosa que tuvieron que pagar sus amigos, no sin cierto disgusto... Y esto nos contaba él mismo con gran humor, allí, en El Suizo, mientras comentábamos algunas cosas del maravilloso mundo del teatro.
¿Pero qué queda de todo esto...? Muy poca cosa, muchos de los amigos se han ido, no está Chela, Paco Polo, Miguel Ángel Martín y otros...Ni siquiera el teatro Atlante. El Suizo cerró sus puertas hace años, y todo lo ha trastocado el tiempo con sus mudanzas y veleidades.
   
  

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