viernes, 8 de febrero de 2013

Apuntes para una biografía de Antonio Ruiz Alvarez

Por Benjamín AFONSO

El 10 de octubre de 1943, cuando contaba 26 años, es distinguido por el Instituto de Estudios Canarios por su labor de investigación. Considero que es a partir de esta fecha cuando Antonio Ruiz se dedica con más ahínco y seriedad a la investigación. Por ello comienza a sacar a la luz pública. los nombres de hijos ilustres de su pueblo que, hasta la fecha. habían permanecido en los viejos archivos.Basta mencionar los estudios de investigación siguientes: En torno a los Miranda, Biografía de Poetas de Puerto de la Cruz, La Casa de la Real Aduana. sobre el Castillo de San Felipe. El Ingeniero Agustín de Bethencourt, don Luis de La Cruz, Ventoso, etc.

Años más tarde sus padres se trasladan a la calle del Dr.Ingram, en la casa núm.35. donde vivió su madre y su hermana Clementina. En esta casa y para ir alternando sus trabajos de investigación se dedica a dar clases particulares para poder subsistir.

Sus trabajos de investigación van saliendo a la luz pública en separatas de Revista de Historia. Es interesante mencionar, también, la que se refiere al Castillo de San Felipe. Aquí aporta una serie de datos de sumo interés y curiosidad. Además no podemos pasar por alto el valioso estudio que hizo en torno a la Escuela de los Mareantes de San Pedro Telmo. No menos interesantes son sus escritos que bajo el título de Estampas Históricas de Puerto de la Cruz. se publicaron en el desaparecido periódico LA TARDE.

Pero Antonio Ruiz no se conformaba con esto y por algunos años, y a través de las antenas de Radio Club Tenerife brindaba una panorámica de todos los aconteceres portuense de aquella época.
Año más tarde marcha a París y allí permanece quince o dieciséis años. Y es allí donde el 12 de junio de 1953 contrae matrimonio con una daña francesa, matrimonio que al cabo del tiempo terminó en ruptura.
 Su estancia en París no es obstáculo para que nuestro investigador siga con sus trabajos, y por ello se marca una nueva etapa y comienza, a través de los Centros Culturales franceses, a dar a conocer en conferencias y en proyecciones, la leyenda. la historia y la literatura de las islas. Sobre todo la de su pueblo el Puerto de la Cruz al que estuvo ligado no sólo por la prensa y radio, sino por su correspondencia con diversas personalidades francesas que le sirvieron para desentrañar el enmarañado linaje de algunas familias ilustres de nuestra isla.

Allí, desde su puesto y a través de sus amistades, supo acoger a cuantos españoles se acercaron a él y muy en particular a los canarios, mostrándoles todo cuanto era posible para que su estancia en la capital francesa fuera fructífera o por lo menos la misión que allí les llevó, menos dificultosa.

La labor que Antonio Ruiz desempeñara en Francia. no la podemos pasar por alto ni un instante, ya que fue la más fructífera. Un buen ejemplo de ello es que el 25 de abril de 1965, forma parte de la Universidad de Artes, Ciencias y Letras. No obstante y con anterioridad, ya había sido distinguido por sus trabajos de investigación por los Estudios Colombinos de La Gomera; Consejo de Europa; por la Orden del Corpus Christi fue nombrado Encomendador. Igualmente es distinguido en en año 1963 por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid; el 6 de febrero de 1955 por la Real Sociedad Económica del País de Santa Cruz de Tenerife, y el 2 de febrero de 1954 se le nombra Socio Corresponsal. El 10 de octubre de 1943 es distinguido por el Instituto de Estudios Canarios.

Pero en este quehacer histórico-literario de Antonio Ruiz Alvarez, destaca sus valores humanos, signados siempre por un acogimiento, una caballerosidad que a todos brinda sin distinciones de posiciones o estamentos sociales. Fue para él la marinería del barrio de La Ranilla lo más genuino, típico y representativo del viejo Puerto de la Cruz, con su sencillez y su seriedad, supo acoger con todo detalle el anecdotario de este sector portuense por el que él profesaba un entrañable cariño y admiración.

El nombre de Antonio Ruiz Alvarez se viene a sumar, a los de tantos otros portuenses que se afanaron por llevar la historia, la literatura y la belleza de nuestra isla más allá de nuestras fronteras.

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