sábado, 14 de abril de 2012

El arte de la madera


Benjamín AFONSO

Es triste que un pueblo pierda sus tradiciones cuando éstas son tan bellas y útiles. Pero es mucho más triste cuando se apague, poco a poco, una tradición cuando aún están vivos algunos de sus protagonistas.Y esto es lo que ocurre cuando en el caso de los viejos y casi fabulosos muebles de la artesanía de La Orotava, que un día despertaron la admiración de las gentes en la I Exposición del Mueble de Artesanía, celebrada en la antigua sede del Liceo de Taoro, el 5 de abril de 1969.

Y es que puede pasar muchos años sin que nos acordemos de los magníficos muebles de artesanía que un día fueron el símbolo más representativo de La Orotava. Más, para los que conocimos, aún recordamos aquellas magníficas piezas elaboradas por maestros artesanos que, golpe a golpe de formón, iban tallado la madera hasta conseguir una serie de piezas de ebanistería de gran calidad  y perfecto acabado. Era una industria única, de la que vivía un gran número de familias.Y es que el trabajo de la madera en La Orotava, surgió con sus orígenes, por lo que se trata de una tradición más que centenaria.
Ahora, con la llegada de las nuevas tecnologías y los nuevos métodos de contratación laboral, la tradición va a menos, sostenida apenas por una docena de empresarios, empeñados en mantener esta especialidad para demostrar que esta labor no está muerta del todo. Lo que si ha terminado, con carácter definitivo, es el ambiente que rodeaba entonces a estas pequeñas industrias, cosa que no puede recuperarse de modo alguno, porque la vida no da marcha atrás.
Antes, en las calles de la villa, surgían por la necesidad de atender la demanda de clientes que exigían calidad artística. Parte de esta labor quedó reflejada en las puertas y ventanas de las antiguas casonas, palacetes y edificios públicos que conforman el recinto histórico artístico. Eran pequeñas empresas familiares que se instalaban en los "salones" de las propias viviendas, situadas en calles estrechas y empedradas, de los que salían los propios olores de las maderas, resinas y colas. Sirvieron como escuela de aprendizaje a muchos chicos de entonces, que se convirtieron en grandes maestros artesanales de la madera y que éstos a su vez han transmitido a generaciones más cercanas.


Aquellos aprendices captaron de sus maestros que, para ejecutar estas obras, era necesario mucha paciencia, dedicación, amor y gran habilidad para tornear tal figura en esa materia viva que es la madera. El pino, el barbusano, el roble, maderas tropicales traídas de la Guinea como el ébano, la teka, la caoba... Materia prima que sirvió  para crear verdaderas obras de arte, que, actualmente, forman parte del mobiliario del Ayuntamiento de La Orotava, del Liceo de Taoro y de las familias más pudientes, así como de un sinnúmero de visitantes extranjeros que las adquirían, no sin gran regocijo. Obras de estilo inglés, francés (modelos Luis XV y Luis XVI), así como también de estilo castellano. Su valor crematístico era elevado ya que una silla podía costar cerca de las 18.000 pesetas de entonces, y un dormitorio 500.000 pesetas. Hoy, cuarenta años después, éste último puede superar los 20.000 euros.

¿Quién no se acuerda de aquellos maestros carpinteros y ebanistas como Isaac Valencia (padre) enseñando a aquellos muchachos este oficio tan noble y artístico en su taller de la calle La Carrera? Estos artesanos no sólo tenían que tallar y esculpir la madera, sino que la tenían que dominar. Conocer de esta materia prima que, contenía tanta infinidad de variedades, expuestas siempre al cambio climático, cada pieza era única, cada creación podía ser similar pero nunca idéntica a la siguiente.

Estos trabajos hubiera sido imposible conseguirlos sin una serie de instrumentos que, todavía no había sufrido muchos cambios desde la Edad Media, eran imprescindibles. Hablamos de las diferentes clases de sierras para los diferentes tipos de corte, serretas y serruchos; cepillos que se utilizaban para suavizar y dar forma; formones y gubias que servían para vaciar y tallar; el berbequí, la barrena y el taladro manual, con sus brocas de varios tipos taladraban y perforaban; lijas, limas e instrumentos para medir y comprobar tamaños y alineaciones de los elementos. Todos ellos tenían que  ser empleados con suma maestría para llegar a culminar esas obras artesanales. Eran verdaderos virtuosos de su manejo, y este dominio lo transmitieron a sus discípulos que, a su vez, muchos de ellos supieron aplicarse, por lo que hoy en día pueden sentirse orgullosos de continuar con esta maravillosa tradición.

Aunque actualmente estas herramientas de trabajo han experimentado grandes avances, muy beneficiosos para poder cubrir todas las demandas del mercado; afortunadamente, hubo un número de maestros que preferieron continuar con la labor artesanal y evitar que se perdiera definitivamente la identidad de esta profesión.
  
Y se le reconoció su arte

Comentábamos que la primera exposición de muebles de artesanía se celebró en el Liceo Taoro el 5 de abril de 1969.  En ella, presentaron los trabajos los empresarios: Isaac Valencia Pérez, Isabelino Martín Díaz, Antonio Delgado Delgado, Francisco Escobar Rodríguez, Juan Estévez Rodríguez, Ismael Guzmán Afonso, José A.Hernández González, Cándido León Cabrera, Fernando Linares Méndez, Domingo Hernández Rodríguez, Adolfo Padrón Hernández, José Ramos Rodríguez, Arnoldo Rodríguez Pérez, Leonardo Ruiz Escobar, Juan Padrón Escobar y Agrícola Rodríguez.
Además, presentaron detalles arquitectónicos: Manuel García Villar, Ángel García Martín, Juan y Pablo Hernández Báez, Luis García Delgado, Ángel García Trujillo, Matías Hernández Pérez, Manuel Martín Méndez e Isaac Quijada Lima.

Las crónicas de entonces, publicadas en los distintos medios de comunicación de la provincia  recogen que "la muestra resultó muy concurrida y se puso de manifiesto las excelencias de los artesanos de la villa como artífices del bien ganado prestigio en cuanto a las obras expuestas".
El evento estuvo presidido por el entonces Gobernador Civil Mariano Nicolás García, y en representación del Obispo de la Diócesis, el Arcipreste del distrito Leandro Medina Pérez. Asimismo, asistieron el Rector de la Universidad de La Laguna Jesús Hernández Perera; el Consejero Nacional del Movimiento, Procurador en Cortes y presidente del Colegio Nacional de Economistas, Rafael Díaz Llanos Lecuona; el presidente de la Audiencia, Ildefonso La Roche; Tomás Cruz García, en representación del Cabildo insular de Tenerife; el Subjefe Provincial del Movimiento, José Estévez Méndez e Isidoro Luz Cárpenter, que entonces era presidente de la Mancomunidad del Valle de la Orotava; y los alcaldes de Puerto de la Cruz, Los Realejos y La Orotava, Felipe Machado del Hoyo, Evelio Jiménez Fregel y Juan Cúllen y Lugo, respectivamente.
 Como presidente del Liceo de Taoro figuraba Vicente Miranda, así como el general Lorenzo Machado y Méndez Fernández de Lugo, distinguido Hijo de La Orotava; la princesa Carolina Matilde de Dinamarca; el Dr. Jurista Hans Breitenstroter, consejero del Ministerio de Comunicaciones del Gobierno Federal  Alemán; el vicepresidente del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, Juan Méndez Reverón y otras personalidades.

Preservar la tradición  

El periodista Gilberto Alemán decía "que esta exposición tiene un interés muy grande porque podría ser un primer paso muy importante para el futuro desarrollo de la artesanía orotavense. En todas las obras expuesta aparece un alto interés artístico, no sólo para la propia isla, sino que se proyecta fuera de ella, ya que numerosos extranjeros adquieren estas piezas de ebanistería para enviarlas a su país".
Además Alemán pedía a los artesanos que se organizaran para optar a las interesantes ayudas oficiales", cosa que hoy resulta imposible.


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